Satine's world

Un lugar para expresarse, para escribir lo que piensas y pensar mientras escribes, para conocerme mejor y que me conozcáis mejor.

miércoles, agosto 29, 2007

Y ya van dos


O quizá sería más correcto decir: "Y sólo van dos". Me refiero a las recientemente nombradas Siete Maravillas del Mundo Moderno, de las cuales sólo conocía una (el Coliseo de Roma) antes de su elección; y, ahora, tras las vacaciones de verano en Perú, ya son dos.

Machu Picchu es realmente precioso, de ahí que sea el gran orgullo de los peruanos, pese a que cuentan que acaban de descubrir los restos de otra antigua ciudad, en el Norte del país, aun más espectaculares. El único problema de tan fantástico lugar (hablo otra vez de Machu Picchu) es la organización, que actualmente deja bastante que desear, y la gran concentración de gente, lo que la asemeja a una gran torre de Babel, en la que a cada paso que das escuchas un idioma diferente.

En todo caso, parece que están estudiando hacer reformas en el acceso y en la visita, establecer límites de visitantes, etcétera. Puede que la alternativa que se establezca, que las nuevas normas sean mucho mejores para el mantenimiento de los restos y quizá también para los visitantes, pero lo que es seguro es que Machu Picchu ya no podrá verse igual que ahora. Será mejor o peor, pero nunca igual. Habrá que volver y comparar...

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lunes, agosto 27, 2007

Visión comparada... del tráfico

Cuando llegamos a Perú, lo que más nos llamó la atención, sin duda, fue el tráfico. No por su gran volumen, ni porque las señales o los automóviles fueran muy distintos a los españoles, sino más bien por su desorganización. "Aquí, el deporte nacional es intentar cruzar la calle", nos dijeron. ¡Y qué razón tenían! En la calzada, impera la Ley de la Jungla: los 'carros', como ellos los llaman, no respetan los semáforos, ni los pasos de peatones y se cambian de carril apenas con un aviso de claxon.

Más allá de eso, el claxon tiene otras múltiples utilidades, tantas que al recién llegado puede acabar por desconcertarle. Se usa, como ya he dicho, para avisar que se va a cambiar de carril, no para preguntar si se puede, sino en plan "mas te vale apartarte, porque me cambio sí o sí". Pero también para avisar de que se está llegando a una intersección, lo que supone que el primero que lo acciona, se adjudica la prioridad de paso; pobre de aquél que intente llevarle la contraria. Se usa también como halago o piropo hacia las mujeres (claro, luego llegas a Europa y echas de menos el sonido del claxon :P) y, por si fuera poco, también lo usan los taxistas para llamar la atención de turistas y no turistas, para ver si requieren sus servicios.

Precisamente, los taxis presentan también llamativas diferencias con los españoles. Para empezar, allí el precio de la carrera se acuerda antes de subir al vehículo, ya que no disponen de parquímetros. De ahí que el regateo tome protagonismo y, cómo no, también el intento por parte del conductor de inflar los precios y timar a los incautos. Otro aspecto que aquí llamaría mucho la atención es que no todos los vehículos de taxi son iguales: los hay de diferentes colores, de diferentes tamaños, con diferentes carteles, etcétera. Y es que no sólo hay numerosas compañías que ofrecen este servicio (alguna hasta especializada en mujeres y con una plantilla completamente femenina), sino que cualquiera puede ejercer como taxista en sus ratos libres. Es decir, tú tienes tu trabajo, pero tienes un par de horas libres que quieres rentabilizar. Pues te cuelgas el cartel de 'taxi' y ya está. De ahí que los taxis supongan el 80% del total de los coches circulando.

¿Y qué decir del transporte público? Aunque no son las únicas, las estrellas son nuestras ya amadas 'combis'. Viajar en ellas es toda una aventura. Imaginaos un vehículo poco más grande que una furgoneta, bastante bamboleante y con asideros de metal para quienes tienen que viajar de pie (mejor que no te toque...) que, por 1 sol ó 1,20 soles te llevan por media ciudad. En ellas, la figura del cobrador es fundamental, ya que es él también quien se encarga de cantar la ruta (Arequipa, Tacna, Wilson.... Arequipa, Tacna, Wilson...), de cobrar a los viajeros según su lugar de subida y de bajada, y de avisar al conductor para que frene, bien a recoger, bien a apear viajeros (Baja, baja, baja...)

Pese a lo rudimentario que pueda parecer el sistema, también tiene sus ventajas. Por ejemplo, no tienes que tener controladas las paradas porque, en la mayoría de los casos, no existen. Basta con que te pares en cualquier esquina para coger la 'combi' y, del mismo modo, podrás bajarte en el punto de su ruta que más te convenga. Por supuesto, otra ventaja es el precio: por apenas 0,25 céntimos de euro puedes recorrerte Zaragoza dos ó tres veces. Y, por si fuera poco, la frecuencia de paso es casi inmejorable. Como cada ruta puede estar cubierta por varias compañías y, dentro de cada compañía, por numerosos vehículos que compiten entre sí, el flujo de 'combis' y demás es constante. Eso sí, precisamente por esta misma competitividad, viajar en transporte público se asemeja muchas veces a una carrera de coches en circuito urbano.

Aunque he de reconocer que al principio todo esto se nos hizo algo cuesta arriba, a los dos ó tres días, ya nos habíamos convertido en las reinas de las 'combis'. Sabíamos dónde cogerlas, dónde bajarnos, cuánto nos debían cobrar, qué decirle al cobrador para bajar donde mejor nos venía, cuáles eran las coletillas más habituales, etcétera. Y, aunque puede parecer algo caótico, os aseguro que acabas por cogerle cariño al sistema y hasta echar de menos algunas cosas al llegar a España. Puede que en muchos aspectos se hayan quedado unos años retrasados respecto a nosotros, pero en otros pueden aún enseñarnos mucho.

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viernes, agosto 24, 2007

De terremotos y solidaridad

Hace ya más de una semana que sucedió, pero no quiero dejarlo pasar sin hacer, aunque sea, una pequeña reflexión. El pasado 15 de agosto, un terremoto de 7,9º en la Escala de Richter asoló gran parte de Perú y dejó más de 500 muertos, miles de heridos y numerosas construcciones destruidas.

Como muchos de vosotros ya sabéis, yo estaba en Perú cuando todo sucedió, aunque afortunadamente me pilló lejos de las zonas afectadas y ni me enteré del temblor. Mi primera noticia fue por la recepcionista de nuestro hotel en Cuzco y, por supuesto, lo primero que hice fue intentar contactar con los míos, pero las líneas estaban saturadas. Afortunadamente sí pude hacerlo unas horas más tarde, pero la incertidumbre seguía porque seguía quedando gente por localizar.

He de decir que, aun pillándome lejos, fueron momentos duros, que no dejaron de serlo después dadas las terrorificas noticias que se iban conociendo, y eso que he intentado mantenerme alejada de las imagenes, ya que las pocas que he visto son impresionantes y encima me hacen evocar que si todo llega a suceder sólo tres días antes, nos hubiera pillado de lleno y quizá no lo estuviera contando.

En todo caso, es asombroso y reconfortante ver la gran solidaridad de la gente, porque es en momentos como éste cuando ves que realmente la gente se preocupa por ti, que le importas y que no paran hasta localizarte y saber que todo está bien, aun muchos con los que apenas has cruzado un par de palabras a lo largo de tu vida. Del mismo modo, recibes también el silencio por parte de otros de quienes esperabas noticias, un mensaje, una llamada para ver si estás bien, un mail o cualquier otro pequeño signo de preocupación. Es ley de vida, supongo, que en momentos como éste veas quién realmente está a tu lado y quién no.

Es también una pena que estas catástrofes ocurren siempre en los sitios más necesitados, en los más pobres o con peores infraestructuras, como es el caso del Departamento de Ica, con casitas pequeñas y, en muchos casos, endebles. Ojalá que la ayuda que lleva ya días llegando desde diferentes partes del Perú y de otros lugares sirva para minimizar las pérdidas, las secuelas que todo esto ha ocasionado a la población de estas zonas, tan bellas y acogedoras antes del siniestro, para que se recuperen y sigan con sus vidas de la mejor manera posible. Yo, por mi parte, no puedo dejar de acordarme de algunas de ellas, como Juan, nuestro chófer en la excursión a Nazca y Paracas; los trabajadores del hostal en el que nos hospedamos, o aquel niño que jugaba en la placita con un perro de apenas unos días de vida... Ojalá que todos ellos también estén bien.

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viernes, agosto 03, 2007

Cerrado por vacaciones



Me voy al otro lado del Atlántico a disfrutar de unas (merecidas, creo yo) vacaciones. Nos vemos a la vuelta! Echarme un poquito de menos...

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