Satine's world

Un lugar para expresarse, para escribir lo que piensas y pensar mientras escribes, para conocerme mejor y que me conozcáis mejor.

miércoles, noviembre 29, 2006

Después de la guerra

Hoy, aniversario de la muerte de George Harrison, he descubierto un pequeño poema de Lennon, que me ha encantado:

Si después de la guerra hay un día,
te tomaré en mis brazos y haremos el amor.
Si despues de la guerra tengo brazos,
si después de la guerra... queda amor.


Muy apropiado, como me dijo quien me lo descubrió, para estos "tiempos de guerra" que vivimos en el uni11 de Ogame.

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miércoles, noviembre 15, 2006

Con el tiempo...

Siguiendo la línea de recoger pensamientos de otras personas que van llegando, de una u otra forma, a mis manos y que me parecen interesantes, os dejo hoy una reflexión en forma de poema... A ver si el finde, que tendré más tiempo, me pongo a escribir un post que hace días que tengo en mente...

Después de un tiempo, un@ aprende la sutil
diferencia entre sostener una mano y
encadenar un alma, y un@ aprende que el
amor no significa acostarse, y una compañía
no significa seguridad.

Y un@ empieza a aprender que los besos no
son contratos y los regalos no son promesas.

Y un@ empieza a aceptar sus derrotas con la
cabeza alta y los ojos abiertos.

Y un@ aprende a construir todos sus caminos
en el hoy;porque el terreno de mañana es
demasiado inseguro para planes... Y los
futuros tienen una forma de caerse en la
mitad.

Y después de un tiempo un@ aprende que, si
es demasiado, hasta el calor del sol quema.
Así que un@ planta su propio jardín y decora
su propia alma, en lugar de esperar a que
alguien le traiga flores.

Y un@ aprende que realmente puede aguantar,
que un@ realmente es fuerte, que un@
realmente vale, y un@ aprende y aprende...

Y cada día un@ aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien
porque te ofrece un buen futuro significa que
tarde o temprano querrás volver a tu
pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es
capaz de amarte con tus defectos, sin
pretender cambiarte, puede brindarte toda la
felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al
lado de la persona sólo por acompañar tu
soledad, irremediablamente acabarás no
deseando volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos
amigos son contados, y que el que no lucha
por ellos tarde o temprano se verá rodeado
sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras
dichas en un momento de ira pueden seguir
lastimando a quien heriste, durante toda la
vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar
cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de
almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a
un amigo duramente, muy probablemente la
amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta que aunque seas
feliz con tus
amig@s, algún día llorarás por
aquéllos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada
experiencia vivida con cada persona es
irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que
humilla o desprecia a un ser humano, tarde o
temprano sufrirá las mismas humillaciones o
desprecios multiplicados al cuadrado.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus
caminos en el hoy, porque el terreno del
mañana es demasiado incierto para hacer
planes.

Con el tiempo comprendes que apresurar
las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al
final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en
realidad lo mejor no era el futuro, sino el
momento que estabas viviendo justo en ese
instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con
l@s
que están a tu lado, añorarás terriblemente a l@s
que ayer estaban contigo y ahora se han
marchado.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar
o pedir perdón, decir que amas, decir que
extrañas, decir que necesitas, decir que quieres
ser amig@, ante una tumba, ya no tiene ningún
sentido.

Pero desafortunadamente sólo con el
tiempo...


BATULAXE(2005): reflexión: Con el tiempo uno aprende.
Revista de la Unidad Terapeútica y Educativa del Centro
Penitenciario de Villabona, (27), p.5.

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sábado, noviembre 11, 2006

La pasión y el maltrato

Como lo prometido es deuda, me hago eco ahora del resto del artículo de Pilar Sanpedro sobre la relación entre la pasión y la violencia de género. Os invito a reflexionar y a dar vuestra opinión, a plantear hipótesis, etcétera. Creo que es un tema sobre el que merece la pena estar al día y fomentar el espíritu crítico, tanto para evitar que este tipo de situaciones sigan proliferando como para poder comprender y ayudar mejor a quienes se ven inmersos en ellas.

Actualmente la violencia doméstica se ha convertido en una cuestión con una dimensión pública mayor que en otras épocas debido a la gran cantidad de interpretaciones que se realizan sobre la misma desde diferentes instancias. La idea de este artículo no es aportar un análisis más sobre el tema sino plantear una reflexión sobre un asunto que nos afecta a tod@s en alguna medida y que en el caso de las mujeres es una de las muchas variables que sustentan las situaciones de violencia.

Me refiero al modelo amoroso de nuestra cultura occidental, al mito del amor-pasión y a sus consecuencias en las relaciones de pareja actuales. Intentaré analizar brevemente este modelo y sus proyecciones en el presente para plantear como hipótesis que uno de los factores (evidentemente no el único ni el más importante) que facilita, favorece y sustenta la violencia de género más dramática y también las microviolencias cotidianas en las relaciones de pareja, es el modelo de amor romántico presente en nuestra cultura.

Mi reflexión comienza cuando observo que, en los relatos de las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja, aparecen sistemáticamente elementos de esta idea del amor romántico sobre el que estas mujeres han construido su universo y su biografía.

(…) Mientras que por lo general solemos elegir a las amistades entre aquellas que más nos gratifican, que más nos respetan y que más compensaciones emocionales y afectivas nos reportan, sin embargo, es posible que nos relacionemos a nivel de pareja con personas que no sólo no nos gratifican sino que nos llenan de amargura, sufrimiento y daño físico y psíquico.
¿Cómo explicar la persistencia del amor o la relación en estos casos? ¿Cómo se puede amar a quien te mortifica y anula? No es una cuestión de irracionalidad y me niego a creer que las personas, sobre todo mujeres, que viven estas situaciones, son tontas, masoquistas o descerebradas.


Es importante que comencemos a analizar esos amores patéticos y llenos de sufrimiento, sacrificios personales y renuncias, sobre todo, cuando en mayor o menor medida, muchas personas han vivido o soportado en las relaciones de pareja alguna que otra humillación, falta de respeto por nuestras opciones u opiniones, limitaciones a la libertad, algún que otro desprecio, presiones para hacer esto o lo otro, chantajes e imposiciones.

Las mujeres que “aman demasiado”, aquellas que buscan el amor romántico obstaculizado por la elección de personas difíciles, agresivas o controladoras tienen más posibilidades de vivir en la violencia, consentirla y permanecer en ella porque esa relación es la que da sentido a su vida.

Una de las características que tienen todas las historias relatadas por mujeres que sufren maltrato es precisamente esa discontinuidad en la relación. No son historias afectivas templadas por los años, sino que aparecen siempre intervalos de paz y dolor, fases de “luna de miel” entre los episodios de maltrato: hoy te maltrato y mañana te amo más que a mi vida, sin ti no soy nada, perdóname, te quiero; todo ello acompañado de muestras extraordinarias de cuidados y cariño hasta la próxima escena. Se le ha dado el nombre técnico de “espiral de violencia”, en la que los episodios de maltrato son cíclicos.

Cuando las mujeres se plantean abandonar al maltratador tienen que reconstruir su nueva biografía en un contexto ajeno a sus tradiciones y abandonar un lugar en el que se comportaban como amantes esposas y madres. Se trata de dejar su proyecto vital, renunciar al amor es el fracaso absoluto de su vida, y es muy difícil que vean en ese cambio una promesa de vida mejor. Las mujeres siguen interpretando la ruptura matrimonial como un problema individual, como una situación estresante y anómala y no como la liberación de una situación opresiva que, además, debe ser tratada como problema colectivo y no individual. Y, en este sentido, es la sociedad la que debe rehabilitarse, la que debe ser llevada a terapia, porque son las construcciones, las historias y los mitos de esa sociedad los que están en el origen y la raíz del problema de la violencia doméstica.


Nuestro modelo social es el máximo legitimador de estos y otros comportamientos y como tal, la violencia doméstica será el plato de todos los días si no somos capaces de cuestionarnos qué tipo de sociedad genera maltratadores, qué sociedad genera esta patología del vínculo amoroso. A su vez, debemos pensar qué tipo de cultura es la nuestra para que mujeres capaces y adultas soporten, en nombre del amor, la humillación y el sufrimiento; para que en lugar de escapar de esas situaciones, busquen soluciones peregrinas y absurdas como tener hij@s, automedicarse o disculpar a su pareja para no perder aquello que fundamenta su vida: el amor.

Condenar la pasión en bloque sería querer suprimir uno de los aspectos de nuestra creatividad y de nuestra historia. Además de imposible es una tarea titánica. Mi pretensión es sólo la de alertar, prevenir, analizar, aislar la pasión, desmontarla, si se quiere, para observarla y conocer mejor sus propiedades. Hacernos más conscientes de este proceso nos hace más libres y hablar de la utopía nos acerca más a ella y a sus posibilidades, a la búsqueda de relaciones más alternativas al modelo al uso, de mayor calidad, más plásticas y que nos ahorren sufrimiento.


Mi experiencia profesional y también personal me dice que
quien da mucha importancia a su vida amorosa en detrimento de otros aspectos vitales sufre más, se suscribe antes al sufrimiento como meta, en comparación con aquell@s que muestran menos interés por el campo sentimental y que ponderan en su justa medida la vivencia del amor.

Me gustaría educar a las nuevas generaciones en un análisis más crítico de este modelo amoroso y estaría más conforme si les hiciéramos planteamientos más realistas sobre la arbitrariedad de la elección amorosa. Me gustaría que entendamos que no hay nadie en el mundo que pueda colmarnos definitiva y eternamente, que los afectos son múltiples, de diferente pelaje y complejidad, que el amor no puede basarse en renuncias y sacrificios y que nunca deberíamos abandonar nuestra individualidad, nuestros proyectos personales, nuestro espacio propio en aras del amor.

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miércoles, noviembre 08, 2006

Mitos del amor pasión en las relaciones de pareja

Hace ya tiempo que llegó a mis manos este artículo ("El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja"; Disenso, 45, mayo de 2005) de la psicóloga Pilar Sanpedro. En él, se trata de acabar con los mitos occidentales sobre la pasión como sustento de las relaciones de pareja; aún más, de establecer una conexión entre estos mitos y la proliferación de la violencia de género en nuestra sociedad. Como el texto es amplio, me he permitido desgajarlo en dos partes. En la primera, que es la que colgaré hoy, se intenta desmitificar esta relación. En la segunda, que colgaré en unos días, se aborda la problemática de los malos tratos. Espero que os guste y que os haga reflexionar.

Nuestra cultura es excesivamente compleja como para explicar los asuntos de la pasión y el corazón como si fuesen únicamente una cuestión de hipotálamo, de feromonas, de olor corporal o de evolución (elegimos al más apto para procrear). Mi experiencia en el campo de la clínica y la terapia de pareja me hace pensar que el tema del enamoramiento es mucho más complejo y tiene que ver, sobre todo, con la construcción que nuestra cultura realiza sobre el amor.

Explicar cómo la ideología del amor y el cebo del romanticismo sustentan en nuestras sociedades la estructura familiar supone, desde mi punto de vista, entender cómo a estas alturas de nuestra historia, el matrimonio y la pareja siguen siendo núcleos fundamentales en la organización de nuestras comunidades. En una encuesta realizada por el sociólogo Jose Luis Sangrador aparece el dato significativo de que el 90% de las personas encuestadas manifiestan que no se casarían con alguien del que no se sintiesen
enamorad@s : ¿Cómo se consolida el matrimonio en sociedades no utilitaristas y librepensadoras?. Uniéndolo a la pasión.

Lo que no parece que hayamos aprendido es que el amor novelesco triunfa sobre gran cantidad de obstáculos, pero hay uno contra el que se estrellará siempre: la duración. Sin la idealización del amor pasión es bastante probable que nuestros escépticos y cada vez más laicos jóvenes no se unirían ni por lo civil ni por la iglesia para crear una familia. En todo caso, tendrían más claro que el matrimonio convenido para pagar el piso o la luz a medias, construir una célula económica o tener hij@s es más una cuestión de contrato y no tanto una unión romántica o pasional. Descubrir esta trampa, analizarla y asumirla genera bastante confusión en nuestras vidas, algunas dificultades, frustración y muchas consultas. Lo que más esquizofrenia produce en las parejas es que la pasión arruina la idea misma de matrimonio precisamente cuando se les había presentado como sustentadora y motivadora del mismo.

Para hablar de esta ideología del amor o construcción social del mismo me remito a un Sociólogo e Historiador suizo y a su ensayo “El amor y occidente”. Para Denis de Rougemont la cultura occidental a través de su lírica nos presenta un modelo amoroso que tiene una serie de características: la idea del amor presupone el gusto por las desgracias, por los amores imposibles (Tristán e Isolda, Romeo y Julieta), la hiper-idealización del amor y de la persona amada. De tal forma es así que el amor feliz no tiene historia, sólo el amor amenazado y condenado es novelesco y cinematográfico. Lo que exalta el lirismo occidental no es el placer de los sentidos ni la paz fecunda de la pareja, no es el respeto y el conocimiento del otro, sino el amor como pasión sufriente.

En la literatura y en el cine los personajes que encarnan a los héroes románticos no se aman; lo que aman es el amor, el hecho mismo de amar. Y actúan como si hubiesen comprendido que todo lo que se opone al amor lo preserva y lo consagra en su corazón, para exaltarlo hasta el infinito. Los amantes son más felices en la desgracia de amor que en la tranquilidad cotidiana del afecto mantenido. Se necesitan uno a otro para arder, pero no al otro tal y como es, y no la presencia del otro, sino más bien su ausencia. Son los obstáculos más graves los que se prefieren por encima de todo para engrandecer la pasión. A veces no es el obstáculo lo que está al servicio de la pasión fatal, sino que, al contrario, se ha convertido en la meta, en el fin deseado por sí mismo. Pienso, por ejemplo, en la sicología de los celos, deseados o provocados, solapadamente favorecidos para volver a sentir como al principio, y en toda la literatura que se ha generado en torno a ellos.

La literatura dotó de lenguaje a la pasión. ¿Cuántas personas reconocerían el sentimiento amoroso sino hubiesen oído hablar jamás de él? Pasión y expresión apenas son separables. A partir del momento en el que el instinto se pierde, la pasión tiende a relatarse a sí misma, sea para justificarse, para exaltarse o simplemente para mantenerse. La adopción de cierto lenguaje implica y favorece el desarrollo de ciertos sentimientos: “mi vida ha sido una larga espera hasta encontrarte”, “no puedo vivir sin ti”, “sin ti no soy nada”, “pasión que aísla del mundo”, “quemadura suave”, “te quiero más que a mi vida”, “mátame de pena pero quiéreme”.

Por supuesto que actualmente en la literatura y en el cine se cuentan historias que nos dicen lo que pasa después del “fueronfelicesycomieronperdices”, pero aquí estoy hablando de nuestros mitos. Lo que hace que una historia se convierta en mito es precisamente ese imperio que ejercen sobre nosotr@s y a pesar nuestro y generalmente sin que lo sepamos. Un mito es una historia, una fábula simbólica, simple y patente, que resume un número infinito de situaciones más o menos análogas. El mito permite captar de un vistazo ciertos tipos de relaciones constantes y destacarlas del revoltijo de las apariencias cotidianas. En un sentido más estricto, los mitos traducen las reglas de conducta de un grupo. El mito se deja ver en la mayor parte de nuestras películas y novelas, en su éxito entre las masas, en las complacencias y los sentimientos que despiertan, en nuestros sueños de amores milagrosos.


El mito de la pasión actúa en todos los lugares en los que ésta es soñada como un ideal y no temida como una fiebre maligna; en todos los lugares en que su fatalidad es requerida, imaginada como una bella y deseable catástrofe. Vive de la misma vida de los que creen que el amor es un destino, que nos ha de consumir con el más puro y más fuerte y más verdadero fuego que arrastra felicidad, sociedad y moral. Vive de la misma vida que nuestro romanticismo. Racionalmente sabemos que la pasión y el deseo se acaban, que la vida en común es complicada e implica una negociación constante, que la convivencia transforma irremediablemente el deseo, sin embargo, vivimos aún en la idea del mito del amor-pasión que ha generado y genera un prototipo de relación. Sabemos que el amor es una cosa pero fantaseamos con otra: un amor eterno, único y permanente en el tiempo.

El mito del amor pasional es una construcción de Occidente. En Oriente y en la Grecia contemporánea de Platón el amor es concebido como placer, como simple voluptuosidad física. Y la pasión, en su sentido trágico y doloroso, no solamente es escasa, sino que además, y sobre todo, es despreciada por la moral corriente como una enfermedad frenética. El concepto de amor no existe en China. El verbo amar es empleado sólo para definir las relaciones entre la madre y los hij@s. El marido no ama a la mujer, “tiene afecto por ella”. Los chinos son casados muy jóvenes y el problema del amor no se plantea. No comparten las eternas dudas europeas: ¿es amor o no esto que siento?, ¿amo a esta mujer, a este hombre o siento sólo afecto?, ¿amo a ese ser o amo al amor? Tampoco sienten desesperación o dolor cuando descubren que han confundido el amor con las ganas de amar. Un psiquiatra chino consideraría síntomas de locura estas cuestiones. Mientras que en muchos países los matrimonios son concertados previamente, en nuestras sociedades, la base de una institución social básica, la familia, se fundamenta en el amor romántico.

El ideal romántico construido culturalmente ofrece al individuo un modelo de conducta amorosa, organizado alrededor de factores sociales y psicológicos; durante nuestra larga socialización aprendemos lo que significa enamorarse, le asociamos a ese estado determinados sentimientos que debemos tener, el cómo, el cuándo, de quién y de quién no.... Algunos elementos son prototípicos: inicio súbito (amor a primera vista), sacrificio por el otro, pruebas de amor, fusión con el otro, olvido de la propia vida, expectativas mágicas, como la de encontrar un ser absolutamente complementario (la media naranja), vivir en una simbiosis que se establece cuando los individuos se comportan como si de verdad tuviesen necesidad uno del otro para respirar y moverse, formando así, entre ambos, un todo indisoluble.


Este concepto del amor aparece con especial fuerza en la educación sentimental de las mujeres. Para nosotras vivir el amor ha sido un aspecto que empalidece todos los demás. Nuestras literarias heroínas como madame Bobary, la Regenta, Julieta, Melibea, la Dama de las Camelias, Ana Karenina...viven el amor como proyecto fundamental de su vida. La escritora Lourdes Ortiz
3 analiza cómo en la mayoría de estas historias vemos que lo que para la protagonista es la vida entera, para el personaje masculino es sólo una parte de su existencia. El amor como proyecto prioritario y sustancial sigue siendo fundamental para muchas mujeres sin el cual sienten que su existencia carece de sentido.

A pesar de los cambios profundos conseguidos en el siglo XX por el movimiento feminista, las mujeres, en mayor medida que los hombres, asumen ese modelo de amor y romanticismo que nos hace ordenar nuestra biografía y nuestra historia personal en torno a la consecución del amor. Muchas mujeres buscan aún la justificación de su existencia dando al amor un papel vertebrador de la misma, concediéndole más tiempo, más espacio imaginario y real. Los hombres conceden más tiempo y espacio a ser reconocidos y considerados por la sociedad y sus iguales.

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sábado, noviembre 04, 2006

Cambios

Las últimas dos semanas han sido intensas, quizá por eso también tenía más descuidado el blog, no sé. Lo que sí sé es que, sean para bien o para mal, los últimos acontecimientos cambiarán mi rutina, mi día a día y, en definitiva, mi vida.

El mayor cambio será el que afecta al plano de lo profesional, ya que este martes fue mi último día en la agencia y ya el lunes empiezo en mi nueva empresa. No sé qué pasará ni cómo me irá, pero sí puedo decir que, aun con los miedos normales que conlleva una decisión de tal peso e importancia, lo afronto con ilusión, con ganas de hacer las cosas bien, de aprender y progresar. Puede que la decisión haya sido o no la correcta. Sólo el tiempo lo dirá, pero no me arrepiento. Quiero mirar hacia adelante y tengo esperanza en el futuro, en lo que éste traerá consigo, a corto, a medio y a largo plazo. En cualquier caso, ya os contaré cómo va la primera toma de contacto. Deseadme suerte.

Respecto a lo personal, han sido muy positivas tanto las conversaciones profundas del pasado fin de semana, como la cena de despedida de este martes. En cuanto a las primeras, aparte de que hacía tiempo que no tenía ocasión de hablar tranquilamente con mis niñas y ponernos realmente al día; se agradece poder expresar aquello que tienes adentro, que tienes ganas de gritarle al mundo pero que, a veces, parece que no sabes cómo hacerlo o que, cuando lo haces, tienes la sensación de que el resto del mundo no acaba de comprender su trascendencia y la importancia que tiene para ti.

En cuanto a la cena, primero he de decir que me hizo muchísima ilusión contar con vosotros, con casi todos los que tenían que estar allí, incluso con algunos que no suelen prodigarse en este tipo de eventos pero que yo quería que estuvieran allí y no dudaron, ni por un momento, en acudir. Voy a hacer aquí una mención especial (si me lo permitís) a Javi y a Marisa. Gracias, chicos!! Y gracias también a los demás, gracias a todos por hacerme sentir querida y ver que me váis a echar de menos tanto como yo a vosotros, porque, al fin y al cabo, ya sois parte de mi vida y espero que siga siendo así siempre. Y, finalmente, gracias también por vuestras palabras de ánimo, por vuestros buenos deseos, por esas conversaciones profundas que mantuvimos ese día y también los previos.

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