Satine's world

Un lugar para expresarse, para escribir lo que piensas y pensar mientras escribes, para conocerme mejor y que me conozcáis mejor.

viernes, octubre 13, 2006

El baúl de los recuerdos

Personas, situaciones... en definitiva, recuerdos. Eso es, precisamente, lo que evocan las canciones, los conciertos. No sé la cantidad de gente, de momentos que pudieron venir a mi mente este miércoles en dos horas de concierto. Y digo dos horas porque la primera parte, la de Álex Ubago, no la vimos ya que nos fuimos de tapeo que algo había que cenar.

A las 23.20, después de nuestra visita a la Helen que estaba currando, comenzó a tocar La Oreja de Van Gogh. El repertorio se iniciaba exactamente igual que su último disco, "Guapa". Así, Amaia salía al escenario con los primeros compases de "Alguna de mis noches". A partir de ahí, se sucedieron casi todas las canciones de ese mismo CD; la mayoría del anterior y también algunos de sus grandes temas. Hay que reconocer que se lo curraron ya que cantaron más de la mitad de su discografía; aunque, si hubiera sido por mí, no se hubieran dejado ni una pista por tocar.

En total, dos horas de música en las que la nostalgia y los recuerdos se agolpaban en mi mente y en mi corazón. Y es que La Oreja tiene el don de hacer canciones con las que, al menos yo, me identifico plenamente, letras que siento como si fueran hubieran sido escritas expresamente para mí: "A diez centímetros de ti", "Irreversible", "Deseos de cosas imposibles", "Rosas", "Vestido azul", "Puedes contar conmigo", "20 de enero", "Dulce locura", "Soledad", "La playa" (sí, Yoli, sí era "La playa"), "Vuelve", "Geografía"...

En fin, podría seguir hasta conformar una lista casi innumerable, pero no voy a hacerlo. Sólo decir que cada una de estas canciones (y no sólo ésas) me recordaron a alguien o a algo; tardes de juerga, noches sin dormir, anhelos, rupturas, amores, esperanzas, sueños, etcétera. Pero no sólo eso; la misma situación también evocó en mí recuerdos de otro concierto, hace ya más de dos años (marzo de 2004, si no me equivoco), un concierto en el que no tocaba La Oreja de Van Gogh pero que acabó con un dueto memorable entre Amaia y Álex Ubago, con su "Miedo a nada".

En esta ocasión, sí me tuve que ir sin escucharlo (al parecer ya lo habían cantado); eso sí, indignadísima. Por supuesto, llamé a Clar para recordar aquél otro momento, en el que ella y Conchi aguantaron como campeonas mientras se cerraba el telón y llegaba el bis y, con él, esa canción que me consta que, igual que a mí me recuerda a ellas, a ellas les recuerda a mí y a otro momento que, por supuesto, yo también relaciono con la canción.

P.D. A todo esto habría que añadir otras impresiones del concierto y de la voz de Amaia y sus dedicatorias a las Pilares de Japón; pero, como no vienen al caso del motivo del post, las dejo para que las contéis en comentarios o para cuando la Yoli se decida a colgar su propia crónica de la noche.

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domingo, octubre 08, 2006

Aventura en el Congreso

Yo sobreviví al Estatuto; al menos, por el momento. ¿Que por qué digo esto? Este martes, 3 de octubre, la reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón llegaba al Congreso de los Diputados para su toma en consideración. Tras el arduo debate en las Cortes de Aragón, el texto iba a ser debatido en Madrid para decidir si merecía o no tenerse en cuenta y ser debatido en profundidad. Como consecuencia, el Gobierno de Aragón y la Cámara autonómica habían conformado una expedición a la capital de España, de la que formábamos parte también numerosos periodistas.

La cita era a las 9.00 horas en la Estación Intermodal; aunque el AVE no salía rumbo a Madrid hasta media hora después. Y allí estábamos a las 8.45, para tomar antes unos planos del exterior, Lorena y yo, cargadas como mulas: cámara de vídeo, trípode, ordenador portátil y dos equipos de audio. Lo cual no quita, no obstante, que fuéramos arregladas y estupendas que, para algo, nos íbamos al Congreso. Llegados a este punto, algunos se preguntarán a qué se debía tal despliegue de medios. Pues bien, a pesar de ser sólo dos personas, íbamos como servicio oficial de televisión de las Cortes de Aragón, como fotógrafas oficiales del Gobierno de Aragón y, además, a realizar el servicio de agencia.

Reparto de billetes, cafetín y... ¡rumbo al AVE! Por supuesto, nada más subir, Lorena se va en busca de los políticos para coger unas tomas en el interior del tren. Gracias a Dios, no acabamos saliendo en las noticias como nos temíamos; ya que, aunque habíamos pedido permiso para grabar el día anterior, no habíamos recibido el mail de respuesta y nos temíamos lo peor. El viaje de ida transcurrió, en general, sin novedad. Poco después, decidimos acercarnos a tomar algo en cafetería y, entonces, nos dieron permiso para seguir grabando y también para tomar algunas fotos. Por el momento, nada hacía presagiar la que después se nos vendría encima...

Llegamos a Madrid, en torno a las 10.50, a pesar de que el horario previsto eran las 11.03. Nada más arribar a Atocha, suena el teléfono. Por supuesto, era una llamada desde la agencia para ver cómo lo llevábamos y para decirnos que había que cubrir la rueda de prensa del PAR de las 11.15 horas. Bueno, ya empezamos a tener que correr. Esperemos que no haya mucho tráfico y ningún problema con las acreditaciones...

Al final, llegamos al Congreso pasadas las 11.15 horas. Por supuesto, el primer paso es acreditarnos. Alguno que otro tiene, incluso, más problemas de la cuenta ya que nos piden, además del DNI, la acreditación de prensa. Afortunadamente, no es mi caso, que tengo como tres diferentes, jeje. Menos mal. Bueno, una vez pasado el primer trámite y, tras preguntar dónde está el susodicho edificio en el que se celebra la rueda de prensa (el Congreso se compone no de uno, ni de dos, sino de cuatro edificios diferentes, dos de ellos fuera del recinto vallado), me encamino hacia allí con otros dos compañeros. Y vuelve a sonar el teléfono... "¿Dónde estáis? Que os están esperando", me preguntan. "Estoy cruzando, ya llego", respondo. Y, bueno, por fin llegamos; eso sí, como 20 minutos más tarde del inicio del acto. No obstante, nos atienden sin problemas y cumplimos con nuestro cometido.

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Mientras tanto, Lorena se había quedado abajo, entre los dos edificios principales, montando la cámara y preparándose para la llegada de Pina y las autoridades, que debía tener lugar en torno a las 12.10-12.15 horas. Como, además del vídeo, teníamos que hacer fotos, en cuanto acaba la rueda de prensa, bajo corriendo y me incorporo adonde estaba Lorena que, para colmo, me informa de que no podemos hacer ni fotos ni grabaciones de vídeo en el interior. Y suena el teléfono: "¿Me mandas ya las fotos del PAR?". Pero, como convenientemente explico, si subo a mandar las fotos de la rueda de prensa, no hago las de la llegada de la delegación; así que toca esperar... Poco después, los representantes aragoneses llegan acompañados de Carme Chacón y, tras tomar las instantáneas, me encamino a la sala de prensa. Una nueva aventura.

El mejor sitio: el suelo

La sala, mejor dicho el salón, es enorme. Multitud de ordenadores y de cabinas (ninguna nuestra). ¿Solución? Pregunto a los responsables de prensa del Congreso: ¿dónde puedo ubicarme? ¿dónde hay tomas de audio? "En la mesa del fondo". Pues para allá que me voy. Montó el chiringuito, me conecto a la wi-fi y empiezo a colgar las fotos. En éstas, que empieza el debate ¡y el audio no entra! Pues nada, toca volver al puesto de prensa. "Sí, sí, ahora te lo arreglamos". Pero, claro, pasan los minutos y ahí nadie hace nada y, por supuesto, el audio sigue sin llegar a mi toma y, por tanto, sin grabarse en mi mini-disc y yo tampoco puedo oír lo que pasa porque, en la tele más cercana, hay puesta otra comisión o reunión o algo. Para colmo, la de prensa me llama la atención porque hay una cámara nuestra en tribuna y allí no se puede grabar. Llamo a Lorena; quien le explica amablemente a la chica que la cámara está allí apagada mientras ella hace las fotos, porque ni tiene el don de la ubicuidad ni puede ir de un lado a otro con la velocidad del rayo. Gracias a Dios, lo entienden y consienten en que la quite cuando pueda, pero no tardando mucho.

Y yo, mientras, que veo a Iglesias subir a la tribuna y sigo sin audio. ¡Socorro! ¡Momento crisis! "¿Qué hago?", me pregunto. Y me acuerdo de haber visto, casi al lado, la cabina de Aragón Radio. Así que me encamino para allá. Gracias a Dios, tienen una toma de audio de sobra y Nacho (el técnico) me engancha amablemente el mini-disc. Eso sí, a mi me toca sentarme en el maravilloso suelo para poder seguir la comparecencia; allí con mi mini-disc en el regazo, los discursos de Iglesias y Biel (que el del PP no me lo han dado), y la libreta y el boli pa anotar el resto y marcar las pistas. Por supuesto, en dichas circunstancias, olvídate de seguir cargando fotos y de ir picando el texto conforme ellos hablan para ir adelantando.

Los discursos de los tres representantes aragoneses (Iglesias, Alcalde y Biel) acaban poco más de las dos; momento en el que aparece Lorena, pero también Manolo y Ramón, los jefes del gabinete de prensa de las Cortes, para decirnos que nos vamos a comer YA o no comemos. Así que ná, el estómago y los anfitriones mandan y nos encaminamos al Kupela, un restaurante en la calle Marqués de Cubas, justo al lado del Congreso. Una vez allí, nada más salir del baño, vuelve a sonar el teléfono. "¿Cómo váis?" Explico la situación y parece no haber problema. Menos mal, porque la sesión empieza de nuevo a las cuatro y lo de no comer no lo llevamos nada, pero nada bien.

La comida transcurre tranquila, entre conversaciones y risas con los compañeros; he de decir que, con algunos no había cruzado casi palabra hasta el momento y la impresión fue muy positiva. Además, el menú estaba exquisito, sobre todo el chuletón de buey. Habrá que volver y, de paso, os lo recomiendo a todos los que estáis leyendo esto. Lo que no sé cómo va es el precio; pero creo que tampoco es excesivamente caro. Por si acaso, mejor aseguraos antes de entrar; no sea que luego os acordéis de toda mi familia. Y llega la hora del café, pero son las 15.40 y decidimos que es mejor volver para ver si solucionamos el problema del audio, ir cargando más fotos y, de paso, adelantar algún texto.

Ahora viene lo bueno...

Pero, claro, las cosas tenían que torcerse en algún momento. Y no hicimos más que llegar a la sala de prensa y ponernos a cargar fotos, y el teléfono empezó a sonar. Eran los jefes que estaban recibiendo quejas "desde la una" sobre la ausencia de fotos. En fin, les explicamos que ya estábamos en ello, que de hecho ya había algunas cargadas y que, a la una, empezaba todo el tinglado; luego no podían pedirles nada desde esa hora puesto que aún no había pasado nada. Pues bien, el teléfono sonaba y volvía a sonar. No sé ni las veces que nos llamaron en 5 ó 10 minutos, que se lo digan a Lorena que como era ella la que estaba con las fotos...

Y empezó el debate vespertino. La toma de audio seguía sin funcionar; así que el mini-disc acabó acomodándose en la cabina de Aragón Radio; Lorena se ubicó en mi ordenador para seguir con las fotos y algún corte cuando no tenía que estar en el hemiciclo sacando más instantáneas y yo me fui a la búsqueda de otro PC. Con tal mala suerte que sólo conseguía encontrar libres aquellos que no permitían conectarse más que a las páginas internas y al BOE. Ya me estaba resignando a abrir el word y luego hacer uso del pendrive, cuando un chico muy amable nos cedió su ordenador, no sé si con otra sesión o qué, pero que permitía conectarse a todo el World Wide Web, como debe ser. Mientras tanto, como no podía ser de otra forma, el teléfono no paraba de sonar y, entre eso y el messenger del trabajo, Lorena estaba empezando a echar humo...

Por mi parte, estaba inmersa en el maravilloso arte de hacer dos cosas a la vez. Esto es, atender al discurso, que se oía a ratos puesto que dependía de la tele y de que la gente estuviera medianamente calladita (y eso que subí la tele hasta límites insospechados), y, al mismo tiempo, terminar de escribir la noticia de por la mañana. Gracias que algunos de los discursos de por la tarde también nos fueron facilitados, porque, si no, creedme, que a esas horas yo me habría ido a buscar el puente madrileño más cercano...

No sé ni cómo conseguí mandar con éxito la primera pieza relativamente pronto, sin perder de vista los discursos de la tarde. Mientras discurría otra de las intervenciones que teníamos por escrito (Dios bendiga a los gabinetes de prensa), fui a ver cómo iba Lorena y a llamar para ver si todo estaba llegando ok. De paso, decidimos hablar con el jefe para ver si, dado que estábamos inmersas en una jornada laboral de más de 14 horas ininterrumpida y estresante, podíamos entrar dos horas más tarde el día siguiente. La respuesta he de decir que no fue muy satisfactoria; ya que se nos criticó que, por el momento, estábamos dando "más problemas que otra cosa". Ya, lo que no tenían en cuenta es la cantidad de problemas técnicos, humanos y de falta de organización con los que estábamos luchando nosotras y, pese a todo, saliendo airosas, que no se puede hacer el trabajo de cuatro personas entre dos y, encima, luchar contra la falta de tomas de audio y de facilidades para desempeñar los trabajos fotográficos, de redacción y demás.

Ah, por si fuera poco, se me recordó que había que sacar la rueda de prensa de la mañana, de la que, en principio, sólo se me había dicho que eran muy importantes las fotos y éstas ya habían sido enviadas; pero bueno. Total que, mientras yo seguía con la sesión de la tarde, dejé a Lorena peleándose con el texto; aunque luego tuvo que irse a hacer fotos y acabé por terminarlo yo, ya que además ella no había estado en la rueda y había cosas que no acababa de entender. Por supuesto, todo esto mientras un diputado enunciaba un discurso que ya obraba en nuestro poder. Segunda pieza mandada, una menos. Eso sí, aún quedaba lo más complicado.

Más difícil todavía

En fin, la sesión continuaba: Lorena haciendo y cargando fotos, y yo picando lo que unos y otros iban diciendo. Eso sí, he de reconocer que hubo un par de momentos en los que estuve a punto de abandonar; de éstos que te quedas agarrotado viendo todo lo que hay que hacer y sientes que es demasiado peso para ti sólo. Pero, en ambas ocasiones, conseguí reponerme y seguir adelante. No fui tampoco la única que llegó aquel día al estado de crisis: el redactor de El Periódico de Aragón tuvo también sus más y sus menos que, encima, se vieron acrecentados cuando otro periodista se acercó a increparle por estar ocupando uno de los puestos con ordenador, aun cuando llevaba su propio portátil. Lo peor de todo es que yo, sentada al lado de él como estaba, ni me enteré hasta que lo contó posteriormente. Supongo que sería en uno de esos ratos que hacía una excursión a mi ordenador para acabar el texto de la rueda de prensa, o alguno de los instantes de crisis. No lo sé, ni sé si quiero saberlo.

Así las cosas, los minutos pasaban y mi documento de word se hacía cada vez más extenso y menos inteligible, ya que mi cabeza empezaba a echar humo por momentos. Lo peor fue cuando ya pensábamos que aquello acababa y comenzó el turno de dúplica!! Pero bueno, también eso pasó y, al final, votaron. Para cuando eso ocurría, Lorena estaba ya con su cámara de fotos en el hemiciclo para recoger las instántaneas de reacción; había conseguido preparar la cámara de vídeo en el patio, y yo tenía ya listo un avance de la toma en consideración para publicar en cuanto acabara la votación, para así poder salir corriendo a hacer las fotos pertinentes mientras Lorena grababa, y tomar las declaraciones finales.

No me preguntéis cómo conseguimos hacerlo todo; pero se hizo. Eso sí, después de todo eso, había que volver al AVE. Tenía 20 minutos para escribir la pieza de la tarde (con todos los discursos y reacciones) y recoger todo el mercadillo que habíamos montado. Hice lo que pude pero, evidentemente, la pieza quedó a medias a la espera de ser terminada en el tren. Recogimos todo corriendo, vigilando que no quedara nada en las mesas, a pesar de lo cual yo me quedé con la convicción de que nos dejábamos algo. Afortunadamente, no fue así.

En el camino de regreso, hasta Manolo se apiadó de nosotras y nos cogió el trípode, ¡qué pena teníamos que dar...! Llegamos a Atocha, subimos al tren y, mientras el 95% de los periodistas, se iban a la cafetería puesto que ya habían acabado su trabajo, a mí aún me quedaba bastante por hacer. Acabé el texto, entre llamadas para ver cómo iba que aún metían más presión, y no sé ni cómo porque mi cabeza estaba a punto de estallar; me peleé en diversas ocasiones con la 3G, que nunca va cuando se le necesita, y finalmente conseguí mandar el texto alrededor de las 22.30. Lo siguiente que hice, a petición expresa de Lorena y otros compañeros, dado el color blanco que presidía mi cara, fue acercarme a cafetería a tomarme un zumo, porque, si no, no sé ya cómo hubiera acabado.

Mientras tanto, Lorena siguió peleándose con el portátil para mandar alguna foto y consiguió cargar dos, una justo antes de llegar a Calatayud y otra nada más pasarla. Ya no hubo manera de hacer nada más, aunque no cejamos en nuestro empeño. Eso sí, no éramos las únicas dignas de verse en tal lid, ya que hubo quien acabó escribiendo en el baño con su portátil, dado que era el único sitio del tren en el que podía enchufarlo... De hecho, sé que alguien tiene foto de aquel momento. A ver si me hago con ella y la cuelgo, jeje, que seguro que no tiene desperdicio.

Tras las conversaciones que presencié ese día y el jueves siguiente, he de hacer una puntualización: en general, la gente trabajó bastante pero también tuvo ocasión de relajarse, de tomarse un café a costa de algunos peces gordos de la profesión, etcétera. Pero, claro, ése no fue nuestro caso; sino todo lo contrario. Para nosotras, fueron 15 horas de trabajo infernal sin descanso. Sí, 15 porque, cuando llegamos a Zaragoza, aún tuvimos que pasar por el trabajo para cargar las fotos que faltaban y dejar la cámara y el equipo.

A consecuencia de tamaña aventura, para algunos más ligera y para otros más intensa, algunos periodistas llegaron a una conclusión. "Para el próximo viaje a Madrid, nos vamos a hacer una camiseta que diga: 'Yo sobreviví al Estatuto'." Yo añadiría aún algo más: "De momento". Habrá que ver qué pasa cuando regresemos para ver si el texto es aprobado, rechazado o lo que sea. Que Dios nos coja confesados...

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domingo, octubre 01, 2006

Escribir para pensar

Hoy me he levantado con una necesidad imperiosa de escribir. Será que tengo mil cosas en la cabeza, mil pensamientos en ebullición y un cúmulo de sensaciones recorriéndome, supongo. ¿Por qué digo esto? Porque, como los que me conocen ya saben y como reza la misma leyenda de este blog, yo pienso mejor escribiendo. Me pongo frente al ordenador (o frente al papel, en su defecto) y me pongo a escribir; dejo que los pensamientos, que los sentimientos fluyan y me dejo llevar por ellos. Son ellos los que guían mis dedos y, sin darme cuenta, la mayoría de las veces acabo revelándome a mí misma lo que me pasa, eso que me tiene intranquila, triste, aterrada, feliz o dispersa y que, hasta el momento, no había conseguido identificar.

Eso es, precisamente, lo que me he propuesto hacer hoy. Voy a enfrentarme a "la hoja en blanco", como dicen los escritores, y voy a buscar respuestas. Perdonad que no las comparta con vosotros pero éste no es ni el momento ni el lugar.

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