A verlas venir
Los que me conocéis, sabéis que el gusanillo del teatro me picó en la Universidad, aunque nuestra relación duró poco. Sin embargo, hace poco se me presentó la oportunidad de volver a retomarla, aunque fuera efímeramente. Un amigo comenzó un proyecto, una nueva comedia de situación que se seguirá a través de la red y que intenta romper y mejorar lo que existía hasta el momento.
Su nombre es 'A verlas venir' y acaba de nacer. A los que os apetezca u os produzca curiosidad, ya podéis ver el primer capítulo. Y a los que aún no estéis muy convencidos, os dejo aquí la presentación de la serie para ver si os animáis:
Las series de la tele se llenan de mujeres guapas y esculturales, de hombres apuestos e interesantes, de familias entrañables con niño, abuelo y perro. Mujeres triunfadoras y guapísimas que lloran porque no hallan el marido maravilloso que se merecen. Genios brillantes que son los mejores en lo que hacen. Simpáticas y entrañables asistentas que son tontas y pobres (no sabemos si una cosa es consecuencia de la otra). Personajes que al final del capítulo se hacen mejores personas.
No curran y si curran, tienen unos trabajos interesantísimos. Viven en unas casas de puta madre. No tienen problemas a fin de mes, ni problema con la vivienda. No hay feos. El perdedor merece serlo.
Aquí, no.
Su nombre es 'A verlas venir' y acaba de nacer. A los que os apetezca u os produzca curiosidad, ya podéis ver el primer capítulo. Y a los que aún no estéis muy convencidos, os dejo aquí la presentación de la serie para ver si os animáis:
Las series de la tele se llenan de mujeres guapas y esculturales, de hombres apuestos e interesantes, de familias entrañables con niño, abuelo y perro. Mujeres triunfadoras y guapísimas que lloran porque no hallan el marido maravilloso que se merecen. Genios brillantes que son los mejores en lo que hacen. Simpáticas y entrañables asistentas que son tontas y pobres (no sabemos si una cosa es consecuencia de la otra). Personajes que al final del capítulo se hacen mejores personas.
No curran y si curran, tienen unos trabajos interesantísimos. Viven en unas casas de puta madre. No tienen problemas a fin de mes, ni problema con la vivienda. No hay feos. El perdedor merece serlo.
Aquí, no.