Desconexión
Sábado 15 julio. 9.00 horas. Estación Intermodal Delicias.
Será mi primer viaje en AVE. Nada más llegar a la estación, primera sorpresa: Sara también va a Madrid y en el mismo tren. El viaje empieza bien: las dos charlando en la cafetería se nos pasa el tiempo volando y ¡ya hemos llegado a Madrid! Sólo tengo 20 minutos para hacer el enlace con el AVE que va a Sevilla pero, gracias a ella y a su novio, me sobra un montón de tiempo. En apenas dos horas y media, ya estaré en Sevilla.
13.30 horas. Estación de Sevilla.
En apenas cuatro horas y media me he recorrido casi todo el país. ¡Qué delicia viajar así! Clara y Conchi están esperándome en la estación, pese a que se han perdido por Sevilla. María está con sus padres en Cádiz, pero nos veremos luego. ¿Lo primero? Hacer un poco de turismo, que aún no conozco Sevilla. Además, hace menos calor del que esperaba, quizá porque los últimos días en Zaragoza han coincidido con la ola de calor.
Primero, paseíto en coche por las calles de la ciudad: la Torre del Oro, la plaza de España, la Maestranza, las instalaciones de la Expo del 92... Y, en el transcurso, la primera anécdota de las vacaciones: la simpatía y buen conducir de los taxistas sevillanos que te adelantan y te frenan en seco, sólo porque te cambias de carril después de media hora con el intermitente puesto.
Después, toca paseíto por las calles de Sevilla y vemos la catedral y los alcázares. Eso sí, sólo por fuera, tanto por el precio como por la amabilidad del portero de la catedral y su particular visión del límite de edad de 26 años. Dejémoslo ahí.
Sábado por la tarde. Rumbo a Medina Sidonia.
La verdad es que el primer día fue un día turístico donde los haya. Después de pasar por Jerez para dejar las cosas y recoger a María, nos fuimos (con los padres de María y sus amigos, incluidos) a Medina Sidonia, un encantador pueblo típico andaluz que me recordaba a mi tierra por el vientecillo. Recorrimos sus calles, vimos su iglesia, los alrededores del castillo donde se está llevando a cabo una escuela-taller, las catacumbas (con foto-sujetatúnel incluida) y la calzada romana.
Os recomiendo la visita: un pueblecito pequeño, con muchas cuestas pero, como ya he dicho, con mucho encanto y mucho por visitar. Para mí, el lugar que más me ha gustado de los que hemos visitado y aún no conocía.
Sábado noche. Amago de salida nocturna.
Y digo 'amago' porque, realmente, es lo que fue, ya que no salimos de casa hasta cerca de las 2 de la mañana debido a la redacción de una carta a cuatro voces y ocho manos que, no obstante, parece ser que no va a tener respuesta. Y, cuando lo hicimos, fuimos primero a Los Arcos (o algo así) en busca de Cristina, quien resultó no estar. Total, que acabamos en una tasquita tomándonos una copa mientras Conchi se quedaba un rato charlando con Jose, que creo que lo necesitaba.
En definitiva, que a lo que realmente empezó la noche de marcha, eran ya las 3 y pico o las 4. Nos fuimos al Kapote, en la avenida Álvaro Domenech y vamos, qué camarero, Dios mío. ¡Si todos fueran así, nos pasaríamos el día en los bares! Lástima que se limitara a servirnos...
Y, después de eso, tras un intento de entrar en el local de al lado y desistir al ver que teníamos que desembolsar unos cuantos euros, decidimos volvernos a casa a dormir un poco nuestro cansancio que, al día siguiente, tocaba playa.
Domingo, 16 de julio. Primera hora de la mañana.
Día de playa. ¿Qué mejor lugar para pasar un día de verano que la playa de la Victoria en Cádiz? Kilómetros y kilómetros de playa de arena blanca, agua cristalina y templada, sol, repartidores de refrescos y comida... Sin móvil, sin reloj, sin preocupaciones... Un lujo, vamos. Pues allí que nos plantamos las cuatro, dispuestas a ponernos morenas (bueno, algunas nos conformábamos con coger un poquito de color).
Tomar el sol, chapuzón, 'tú me das cremita, yo te doy cremita', conversaciones made in 'Sexo in Nueva York'... Un día completito, vaya, sólo empañado porque, pese a las mil veces que nos dimos crema, todas acabamos quemándonos en un sitio o en otro. Yo, la más original, en el empeine de los pies. Vaya que, a partir de ese día, mis pies elegían por mí el zapato que tocaba ponerse :S
Domingo, 16 de julio. La Virgen del Carmen.
Como muchos ya sabréis, el 16 de julio es el Día de la Virgen del Carmen, patrona del mar y, por tanto, en numerosas localidades de la provincia de Cádiz se hacen procesiones y celebraciones al respecto. Así que, ya que estábamos en la capital gaditana, y pasábamos por la iglesia del Carmen apenas unos minutos antes de que la Virgen debiera salir, nos fuimos para allá a conocer un poco la cultura gaditana.
Tras acabar la pertinente misa, la Virgen es sacada a hombros por varios hombretones gaditanos que, si bien, tienen que realizar el primer tramo de rodillas, puesto que, si no, la imagen de la Virgen no cabe por la puerta de la iglesia. Acompañándoles, como en casi todas las procesiones, van, entre otros, los acólitos, encargados de llevar las cruces y demás parafernalia. Precisamente, éste ha sido uno de los momentos más recordados y que ha dado lugar a más bromas durante y después de las vacaciones. Pongámonos en situación:
- ¡Qué guapo es el monaguillo! ¿Os habéis fijado?
- ¿Quién? ¿El acólito?
- Ah, ¿es que lo conoces?
Para no herir la sensibilidad de nadie, no revelaré la identidad de las dialogantes. Sólo diré que, por supuesto, el momento generó una sucesión de risas incontroladas. Eso sí, tras la subsiguiente explicación de qué era un acólito. Lo más curioso fue que, apenas cinco minutos después, dos mujeres que presenciaban la procesión y que se refirieron a los acólitos, no pudieron reprimir la risa al nombrar dicha palabra que formularon mirando hacia la susodicha.
Lunes, 17 de julio. Chipiona.
Nuevo día, nueva playa. Esta vez nuestro destino era Chipiona. Eso sí, las quemaduras del día anterior (sobre todo, las de mis pies, para qué engañarnos) motivaron que acabáramos cargadas hasta con una sombrilla. Vamos, que parecíamos las familias éstas que se van a la playa con la sombrilla, las tumbonas (fíjate, de eso no llevábamos) y el tupperware con la comida. Pero, no os vayáis a creer que nos fuimos directas a la playa, ¡qué va!
Tras la insistencia del señor Verdugo antes de que muriera Rocío Jurado de que quería ser el primero en enterarse y la lluvia de mensajes que llegó a su móvil el día en que el suceso se produjo, no sé a quién se le ocurrió la 'maravillosa' idea de que, dado que íbamos a Chipiona, la primera parada debía ser... ¡en el cementerio! Y todo porque querían hacer una foto a la tumba de la tonadillera para enviársela a Javi. Gracias a Dios, estaba cerrado y hubo que conformarse con una instantánea de la puerta.
Una vez en la playa, el cuadro fue también para verlo, porque, claro, dada la situación en que estaban mis pies que un sólo rayo de sol, me producía ya muecas de dolor; la colocación bajo la sombrilla era estratégica. Es decir, todas cerca de la sombrilla pero sin sombra, Clara debajo de ella para que no le diera el sol que ya su tripa tenía complejo de 'camarón' que decía ella y yo, con los pies bajo la sombrilla, para que el sol no hiciera más mella en los pobres. Lo dicho, todo un cuadro. Por lo demás, el único incidente del día fue el momento de sacar la comida de la bolsa nevera, ya que los dos bocadillos que iban al fondo estaban nadando en un mar de agua, gracias al hielo descongelado que los acompañaba a ellos y a la botella de agua.
Finalmente, ya por la tarde, decidimos visitar el monasterio de Regla, en cuya puerta encontramos un cartel que ya a Clara y a mí nos había llamado la atención el día anterior (y del que habíamos ya hecho foto): "Apague el teléfono móvil. Para hablar con Dios, no lo necesita y a la congregación, le molestará"... Sin comentarios.
Lunes 17 de julio. Una noche de las que hacen historia.
Sales de fiesta, pero sin mucha convicción. La idea es dar una vuelta, beber algo pero volver pronto a casa. Y más, teniendo en cuenta que es lunes. Pero no se sabe cómo, acaba siendo una noche de ésas que siempre recuerdas y que cuentas cuando se suceden las anécdotas. Así fue precisamente la noche de ese lunes.
Salimos las cuatro (véase, Clara, Conchi, Mary y yo) con la intención de aprovechar la última noche y salir algo, ya que el sábado había sido tan descafeinado. Y, qué mejor que volver al Kapote, no fuera a ser que estuviera el increíble camarero del otro día, ¿no? Pero no estaba, así que decidimos sentarnos en la terracita y comenzamos a arreglar el mundo: la entrada de Turquía en la Unión Europea, la dualidad monarquía-república... El resto del bar debía estar flipando, ¿qué hacen cuatro tías de 20 y tantos años teniendo una conversación así de seria sobre política? La verdad es que a nosotras no nos importaba mucho lo que pensaran. Estábamos tan agusto con nuestro diálogo y nuestros argumentos. Mira que he presenciado mil conversaciones como política, pero tan en serio, con tanta variedad de argumentos y con tanto respeto entre posiciones, pocas.
Bueno, pues ahí estábamos nosotras tan inmersas en nuestra conversación. Nos sirven las bebidas, seguimos charlando, 'qué bueno está también el camarero de hoy', bla bla bla... Total, que empieza a tontear con nosotras: unas bromitas sobre nacionalidades por aquí, que si voy a Madrid una vez al mes... En definitiva, que nos convertimos en objeto de su atención y, de paso, de la de todo el bar que estaba pendiente de qué pasaba entre el camarero y la única mesa de mujeres. ¿Tan raro es que las mujeres salgan los lunes y sin chicos?
¿El resultado? En el mismo bar hasta las 4 y media de la mañana, sms variados sobre las posibilidades que entrañaba el menú del día, intermediación con un grupo de ingleses y la cuenta que tenían que pagar, notitas en inglés con un teléfono y un nombre: Stephen... Por supuesto, al final, sólo una probó el menú y las demás nos volvimos a casa, a dormir, que no veas las ganas que teníamos ya...
Martes, 18 de julio de 2006. Fin de la primera parte.
Y llegó el martes y, con él, el final de los días de vacaciones con el sello 'Sexo en Nueva York', ya que pasábamos de ser cuatro a sólo dos, ya que Clarita y Mary se tenían que volver para Madrid que, al día siguiente, tocaba currar. Aún con todo, nos dio para aprovechar la mañana, desayunar por ahí y dar un paseo por Jerez, aunque nos quedamos sin ver las bodegas y los caballos. Apúntalo, Conchi, que pa la próxima no se nos pasa, ¿eh?
Ya por la tarde, más solitas que antes, quedamos con Patri para tomar un café. Como ya hacía unas horas que no teníamos anécdotas que contar, decidí remediarlo. ¿Cómo? Pues pisando un trozo de botella rota y haciéndome una herida en el pie. Sí, otra vez los pies... Si es que no tengo arreglo. Menos mal que, por una vez, iba preparada para la incidencia y llevaba tiritas y todo en el bolso. Aún con todo, me pasé toda la tarde recolocándolas y pisando con cuidado, pero bueno, es que eso de tener un viaje sin incidencias no va conmigo.
Miércoles, 19 de julio de 2006.
Conchi tiene envidia porque, al fin y al cabo, ¿qué es eso de que todo me pase a mí? No puede ser. ¿Conclusión? Gastroenteritis al canto y día de relax en casita, entre otras cosas para engancharme a una serie (Rebelde Way) que, desde que estoy de vuelta, no puedo ver porque se emite en horas de curro.
Por la tarde, libros y cine. Libros porque yo que soy como soy y no tengo remedio, acabé comprándome "Entrevista con el vampiro" y "Lestat, el vampiro". Entre que estaban de oferta, que llevaba tiempo diciendo que me los compraba y que la noche anterior habíamos vuelto a ver "La reina de los condenados", una peli que tiene su morbo, será por los vampiros, supongo; pues eso, que acabé con dos libros bajo el brazo. Mira que me tuve que ir lejos pa comprarlos, ¿eh? Pero bueno. Y luego, pues eso, cine, "La casa del lago". He de decir que a Conchi no le gustó, muy lenta, ahí tiene razón. Pero bueno, a mí no me desagradó, tuvo su punto y hasta se me escapó alguna lagrimita, la verdad; a pesar de que parte fundamental, la intuí desde casi el principio. En mi opinión (y aunque le hubiera jodido bastante a mi espíritu romántico), lo que hubiera podido mejorarse es el final. No digo más para no destripar más de la cuenta.
Jueves, 20 de julio de 2006. Se acaban las vacaciones.
Último día de playa, de despreocupación, de compras, de paseos... Día que aprovechamos para hacer algún recadillo, para despedirnos de la playa de Cádiz y para hacer algunas compritas. Las vacaciones tocan a su fin, pero nosotras aprovechamos hasta el último minuto que no es plan de darlas por finalizadas antes de tiempo. Además, no sabemos cuándo podremos repetirlas, así que...
Y, por la tarde, nos acercamos al Puerto de Santa María y aprovechamos para dar un paseíto mientras Cristina (que hemos quedado con ella) termina de currar. La verdad es que esperaba más, aunque, al menos, sirvió para encontrar el regalo que buscaba...
Viernes, 21 de julio de 2006. 08.36 horas. Rumbo a casa.
Se acabó. Definitivamente. Toca subirse al tren y volver a casa. Tras un intento infructuoso de cambio de asiento, que terminó con Conchi en un vagón y la vaca Acólito y yo en otro, y una curiosa y reveladora llamada telefónica a las 9.15 horas de la mañana de quien ha elegido tu mismo destino de vacaciones (pero sin contar contigo, claro), nos vamos a tomar algo a la cafetería. ¡Qué curioso que el viaje termina como había empezado! Finalmente, un muchacho muy amable, le cede a Conchi su asiento y acabamos el viaje (hasta Madrid), juntas y marujeando. Una vez en la capital, sólo un par de horas de viaje y habré vuelto a la realidad. Sólo queda ponerse al día de la actualidad de la que he estado completamente perdida que, al día siguiente, desgraciadamente, toca currar...
Etiquetas: Viajes
4 Comments:
At 11:31 a. m., Anónimo said…
Jejejeje, q bien lo pasamos eh?? q recuerdos, lo del acólito wenisimo y donde dejas lo de la facilidad emocional?? jejeje Esto hay q repetirlo. Un beso wapa.
At 6:21 p. m., Yolanda said…
Me alegro de que hayas disfrutado tanto, pequeña, te lo merecías. Y sobretodo me alegro de que hayas escrito este post, porque así me he enterado más o menos de todo lo que ha ocurrido por allí! porque entre unas cosas y otras, aun no hemos tenido tiempo para que nos cuentes tranquilamente tus peripecias, jeje (con la música tan alta que había el otro día en la Taberna Urbana como para ponerse a hablar...). De todos modos, ya habrá tiempo! A ver cuando podemos hacer un viaje así tmb, ok?
At 7:36 a. m., Satine said…
Pues... ahora mismo tenemos Jaca esperando. Igual no es tan lejos, pero todo llegará, ¿no? Sólo que primero habrá que ahorrar un poquillo, que si no...
At 6:00 p. m., Yolanda said…
Por supuesto que todo llegará... Lástima que yo Jaca sólo pueda disfrutarlo con vosotras un finde, pero menos vale eso que nada, no?? Al menos, es por una buena causa como el curro... :P Cuando ganemos dinero las tres a espuertas, ya nos iremos a un Bahía Príncipe de esos y a vivir la vida, jajajajjaja! o a donde sea, vaya, el caso es disfrutar!
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