El placer de ver buen cine
Cada año, miles de nuevas películas se asoman a las carteleras de nuestros cines pero ¿cuántas de ellas merece realmente la pena ir a ver? La mayoría de ellas no pueden considerarse BUENAS películas, muchas ni siquiera sirven para pasar simplemente un buen rato. No sé si esto se debe a que los espectadores hemos perdido el interés por el buen cine, a que vamos al cine sólo para desconectar y no deseamos, para nada, tener que pensar, o a qué motivo.
En cualquier caso, soy de las que siguen apreciando el placer de ver una BUENA película, de ésas que te hacen reflexionar, que te emocionan, que te conmueven y que, en definitiva, remueven tu interior. Ésas que tienen, realmente, un argumento consistente, que han sido estudiadas al milímetro por el director, que consiguen hacer creíbles los personajes que la componen, que suponen, incluso, un punto de inflexión en tu forma de pensar sobre determinado tema, en tu vida, en lo que sea...
No sé vosotros, pero yo tengo una lista inmensa de películas que quiero ver, de éstas que son consideradas míticas, obras maestras, muchas de las cuales son consideradas por el público general, sólo como auténticos coñazos y grandes pérdidas de tiempo. Películas que, sea por falta de tiempo o de decisión, al final acabas sin ver en la mayoría de los casos.
Pues bien, hace tan sólo unos días alguien me picó la curiosidad respecto a una trilogía (Tres Colores, de Kieslowski) que, de tanto tiempo que llevaba perdida en mi lista de películas pendientes de ver, tenía casi hasta telarañas. ¿Qué hice? Pues ponerme manos a la obra y hacerme con la primera entrega, Azul. Hoy, primer día en el que he tenido tiempo de verla desde ese momento, me he envalentonado y me he plantado delante del ordenador con la firme intención de verla, de analizarla y, por qué no, de disfrutarla.
Y lo he conseguido. Me ha gustado. Al principio, me ha costado un poco meterme en la historia, empezar a comprender a Julie, el personaje de Juliet Binoche, y meterme en su piel, en sus sentimientos, en sus pensamientos. Sin embargo, poco a poco, conforme la película ha ido avanzando, Julie se iba haciendo más próxima, más comprensible y he llegado a sentir su tristeza, su desolación y sus ansias de libertad, de comprensión del entorno, de independencia. Probablemente, a pesar de todo, se me hayan escapado multitud de detalles, de metáforas, de alegorías, de significados; pero lo que importa es que me ha gustado y, no sólo eso, sino que me ha llenado y me ha dejado con ganas de más, de continuar con la trilogía e internarme en su universo.
Os invito a que hagáis el experimento y luego me contéis.
En cualquier caso, soy de las que siguen apreciando el placer de ver una BUENA película, de ésas que te hacen reflexionar, que te emocionan, que te conmueven y que, en definitiva, remueven tu interior. Ésas que tienen, realmente, un argumento consistente, que han sido estudiadas al milímetro por el director, que consiguen hacer creíbles los personajes que la componen, que suponen, incluso, un punto de inflexión en tu forma de pensar sobre determinado tema, en tu vida, en lo que sea...
No sé vosotros, pero yo tengo una lista inmensa de películas que quiero ver, de éstas que son consideradas míticas, obras maestras, muchas de las cuales son consideradas por el público general, sólo como auténticos coñazos y grandes pérdidas de tiempo. Películas que, sea por falta de tiempo o de decisión, al final acabas sin ver en la mayoría de los casos.
Pues bien, hace tan sólo unos días alguien me picó la curiosidad respecto a una trilogía (Tres Colores, de Kieslowski) que, de tanto tiempo que llevaba perdida en mi lista de películas pendientes de ver, tenía casi hasta telarañas. ¿Qué hice? Pues ponerme manos a la obra y hacerme con la primera entrega, Azul. Hoy, primer día en el que he tenido tiempo de verla desde ese momento, me he envalentonado y me he plantado delante del ordenador con la firme intención de verla, de analizarla y, por qué no, de disfrutarla.
Y lo he conseguido. Me ha gustado. Al principio, me ha costado un poco meterme en la historia, empezar a comprender a Julie, el personaje de Juliet Binoche, y meterme en su piel, en sus sentimientos, en sus pensamientos. Sin embargo, poco a poco, conforme la película ha ido avanzando, Julie se iba haciendo más próxima, más comprensible y he llegado a sentir su tristeza, su desolación y sus ansias de libertad, de comprensión del entorno, de independencia. Probablemente, a pesar de todo, se me hayan escapado multitud de detalles, de metáforas, de alegorías, de significados; pero lo que importa es que me ha gustado y, no sólo eso, sino que me ha llenado y me ha dejado con ganas de más, de continuar con la trilogía e internarme en su universo.
Os invito a que hagáis el experimento y luego me contéis.
Etiquetas: Reflexiones
5 Comments:
At 8:04 p. m., Yolanda said…
Bufff yo para eso del cine no tengo tiempo... Al menos ahora!
Yo tengo pendiente un día un maratón "Star Wars" conmigo misma, que aunque me las he visto todas pues me gustan! Aunque donde estén mis chicos de Grease... jeje.
At 1:27 p. m., Anónimo said…
Bien, creo que voy a pasar del experimento, y no porque no me fíe de tu criterio, cuidado, sino porque todavía no he superado ciertos traumas causados por el cine "difícil" (y esa peli tiene pinta de ser jodidamente sesuda, es complicado hasta pronunciar el apellido del director, Kieslowski). Como el día que fui a ver Syriana con dos amigas. Había transcurrido más de media hora de película y no conseguía entender una mierda. Miraba de reojo a mis acompañantes con el fin de adivinar por sus expresiones si les estaba gustando (más bien si pillaban algo). Y no, no estaban entendiendo nada. Lo confesaron al encerderse las luces y yo al fin pude respirara aliviada: "Menos mal, no soy cortica". El cine difícil deja mi autoestima tres puntos por debajo de la de Kafka.
Sí, me gustan las historias de toda la vida, los argumentos lineales, los personajes planos...¡Indiana Jones, Star Wars! O bueno, Fernando León de Aranoa; sus cintas son un fiel reflejo de la cruda realidad. O las de delirante fantasía de Tim Burton (un genio), que gustan a tod@s porque no se alejan demasiado de los cuentos tradicionales, que se alimentan del imaginario colectivo.
Cine democrático.
Besicos Satine. Si me ves en algún sarao salúdame, yo todavía no te pongo cara (y no creo que en la vida real seas un hada violeta, yo tampoco soy la Bella Durmiente -ni rubia ni con rueca- ;) )
At 9:05 a. m., Satine said…
Para los gustos, están los colores. Eso está claro. Yo soy la primera a la que le encantan ver películas democráticas que dices tú, pero, de vez en cuando, también me gusta cambiar y ver algo un poco más difícil, si quieres. Todo depende del momento. La verdad es que me encanta el cine y pocos son los géneros o las películas que me niego en rotundo a ver...
A ver cuando volvemos a coincidir en algún sarao y así me pones cara porque, como bien dices, ni hada ni violeta ;) Un besico
At 1:16 p. m., Anónimo said…
Por cierto, fan de Shakira, no te pierdas este vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=snk0BZKmnFg&search=shakira%20fans
¿Y quién no ha hecho esto alguna vez en su casa ;) ?
At 2:13 p. m., Satine said…
En casa y en los bares, jeje. De hecho, cada vez que suena la canción... los bailes que nos marcamos, jeje. Por supuesto, a años luz de Shakira pero más felices que nadie.
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