Regreso a Jaca
Muchos de los mejores momentos de mi vida los he vivido en Jaca, o gracias a ella. Allí tengo, además, a buena parte de mis amigos. Por eso, en cuanto puedo, y aunque no sea tanto como desearía, encamino mis pasos allí y, más aún, en verano. Este año no podía ser menos, sobre todo, teniendo en cuenta de que, tras varios años de prácticas laborales en verano, ¡por fin tenía vacaciones!
No sé ni cuánto hace que no subía una semana entera a Jaca, ya que generalmente no suele darnos la visita para más de un fin de semana. Esta vez han sido nueve días. Nueve días para estar en la piscina, para ir al río, para salir de marcha, para hacer el tonto, para tomar unas cañas, para descansar y también para divertirse.
El primer fin de semana
Llegamos el sábado por la tarde, ya que la Helen se nos ha vuelto internacional y había regresado de Escocia esa misma mañana. Casi nada más llegar, nos encontramos con el Tajao y Gazo y nos invitaron a sumarnos al resto, que estaban pasando la tarde en la parcela de Villar. Así que fuimos a casa, deshicimos las maletas y para allá que nos fuimos, no sin antes llamar por teléfono para ver dónde narices estaba.
Una vez allí, saludos, risas, algún balonazo fuera de lugar, y también expectación, ya que venía la novia de mi ex. Cabalas aparte (Elena no dimos casi ninguna), y aunque no pude hablar casi con ninguno de los dos, he de decir que a él lo vi bien, feliz, enamorado, por lo que me alegro enormemente, aunque también me dé un poquito de envidia (sana, por supuesto).
No mucho rato después, vuelta a casa, cena y el consiguiente: "¿Qué me pongo?" No, Yoli, no teníamos la ropa pensada. ¡No nos pegues, por favor! :P Para no desentonar demasiado, decidimos ir en plan cómodo, aunque, por supuesto, cada una con su toque personal. No vamos a cambiar a estas alturas, ¿o qué pensábais? Por supuesto, después de todo eso, botellón en el parque pa no perder la costumbre y luego... fiesta!!!! Respecto a la noche, diría que fue de puta madre, genial volver a salir por ahí con vosotros, chicos! Sólo un detalle negativo, no me gustó nada (y puedo hablar también por Elena) sentirnos intimidadas, incluso asustadas por uno de los colegas del Tajao, que hasta Pedro y Raúl se salieron del bar porque tenían miedo de que les pegara!! Y la manera de mirarnos y acosarnos a nosotras... Uff, mejor no recordarlo!! Eso sí, por lo demás, el resto de la noche fue estupenda, sobre todo, el rato que pasamos bailando en el Santa Locura, ¿eh, Helen?
Al día siguiente, por supuesto, tocaba piscinita y, de paso, unas risas. Porque, ¿qué vas a hacer, si no, teniendo ante ti la relación amor-odio entre Marcos y el socorrista? Menos mal que es un payaso que, si no, seguro que el socorrista le parte la cara o algo. Porque, claro, cuando haces un doble mortal y te echan la bronca; al rato, lo vuelves a repetir y cuando te dicen "¿Me voy a tener que levantar, o qué?", le contestas que no le escuchas... Menos mal que, luego, Marcos se acercó y se quitó el tapón de los oídos delante de él que si no...
Por supuesto, antes de que se fueran los de Pamplona tocaba el ya tradicional café en el Astún (sí, en el Astún de Castillejo, Elena) y, luego, regreso a la parcela para recoger todo y enfilando de regreso. Y, nosotras, a casita, a cenar y, de paso, a debatir con Pedro y sus amigos a cuenta del anuncio del Durex Tutti Frutti, que anda que no nos reímos con el anuncio desde entonces.
Río, juergas y cafés
Y llegó el lunes y decidimos cambiar la piscina por el río. Menuda idea. Yo, que me quejo del agua fría de la piscina y, por tanto, acabo haciendo uso de mi consiguiente frase "Yo soy de secano" para no meterme, frente al río y su agua gélida. Sí, gélida, que no estoy exagerando ni mucho menos. ¡Con lo feliz que era yo con mi piedra sin cruzar el río! Pero no, al final, Elena consiguió convencer y cruce. Eso sí, he de decir que el agua estaba tan fría que hasta dolía. Pero, bueno, una anécdota más que contar, ¿no?
Eso sí, lo mejor del río fue el regreso, vía Camino de Santiago y con Nika (la perra del hermano de Elena) haciendo de las suyas. Sobre todo, cuando decidió, a mitad de camino, bajar otra vez al río y Elena tuvo que ir corriendo detrás de ella. Claro, a partir de ahí, le pusimos la correa y ya no tuvo más narices que ir por dónde correspondía. Aún con todo, tuvimos que avisar a Pau y Olga, que nos esperaban pa tomar café, de que llegaríamos un poco tarde. Eso sí, por una vez, fueron sólo 5 ó 10 minutos. Todo un récord tratándose de nosotras.
Por la tarde, como no podía ser de otra forma, tocaba tomar algo en el Zebra 21 (sustituto reciente de nuestras tardes en el Francfurt) y, después, hacerle una visitilla a la Guada, que hasta nos invitó a cenar un día. Por la noche, así sin querer, nos fuimos de marcha con Pedro y los amigos que había que aprovechar que estaba Javi y, al menos, nos alegrábamos un poquillo la vista, porque, por supuesto, de otra cosa, nada de nada. La verdad es que la noche fue divertida: vodka, futbolín, retirada silenciosa antes de que nos pegaran unos chavales que querían jugar y parecía que buscaban bronca y, finalmente, billar. Claramente, el mejor momento de la noche, sobre todo, por mi gran arte jugando y eso que aún metí unas cuántas. Eso sí, no preguntéis cómo que no lo tengo muy claro.
Lo bueno es que, al día siguiente (véase martes), pude dormir todo lo que quise porque Elena decidió subir la Peña Oroel con Nika y los chicos se fueron (cómo no) a hacer un barranco. Cuando me levanté, como tenía una llamada perdida de Paula, la llamé y me fui a tomar algo con ella y con Jose. Luego, vuelta a casita a hacer un poco el vago en el sofá, viendo las series que nunca veo y leyendo un poquito mi "Entrevista con el vampiro", hasta que llegó Elena y nos fuimos a tomar café con Pau y Olga, again. Y, por la tarde, más de lo mismo del día anterior, salvo por la partida de dardos (¡qué estilo tenemos, Elena!) y por un detalle: ¿dónde se ha visto que llegue la Policía Nacional a un bar por la tarde, mande parar la música, nos pida a todos el carnet y encima registre el bolso y la cartera de dos de tus amigos y hasta la bolsa del perro? Todo ello, por supuesto, aderezado con una chulería impresionante. No os digo más que acabamos indignados, entre otras cosas, porque deben pedirte permiso para el registro y hacerlo tú con tus manos, pero bueno, mejor cambiemos de tema, ¿no?
San Lorenzo
Y llegó el miércoles, sin duda, el mejor día de las vacaciones. Y también el más surrealista. Aunque, en principio, íbamos a bajar a Huesca de fiestas el jueves por la noche, al final, decidimos que era mejor ir para el chupinazo, así que teníamos billetes para el miércoles a las 10.15 horas. Pero, claro, un día en Jaca no puede ser normal y siempre tiene que acabar pasando algo. ¿Que qué pasó? Que Elena bajó a pasear a Nika y, cuando volvió, no podía abrir la puerta. Le abrí y con la llave de su abuela tampoco había forma, así que llegamos a la conclusión de que la noche anterior debía habérsele quedado a Pedro un trozo (mínimo, de un centímetro o así) de su llave, ya que fue el último en volver y nuestras llaves no llegaban al fondo por apenas un centímetro.
Así que le llamamos pero él insistía en que la llave estaba entera. Como no nos daba tiempo de esperar a un cerrajero si queríamos irnos a Huesca, Elena se puso a idear soluciones alternativas. Al final, cerramos puertas y ventanas y, con un cordel, cerramos la puerta sin llegar al tope, de forma que parecía cerrada pero se podía abrir. Explicarlo aquí al detalle es imposible, pero fue todo un show. Si es que la Elena vale pa todo...
Y nos fuimos hacia la estación, corriendo, porque ya íbamos justas de tiempo. Por supuesto, el bus iba lleno de gente que tenía el mismo plan que nosotras: de fiestas a Huesca, y con los pañuelos verdes de San Lorenzo que regalaban con el billete. Una vez allí, nos dejamos guiar por la marea de gente, todos vestidos de blanco y verde, que se encaminaban hacia la plaza del Ayuntamiento, donde se lleva a cabo el chupinazo. Eso sí, por el camino, nos encontramos con la caseta de Aragón Radio (Viri, Espatolero, Nacho...).
La subida (y digo bien, subida) hacia el Ayuntamiento fue el presagio de lo que vendría después. Ya empezaban a verse las camisetas teñidas de vino, las botellas de calimocho y vino, las ropas raídas, etcétera. Elena, la pobre, empezaba a arrepentirse, que eso del vino y ella no se llevan muy bien. Creo que prefería el champán de los sanfermines; pero era lo que había, así que... no quedó otra que aguantarse. Aún con todo, cuando llegamos a la plaza, preferimos mantenernos en un segundo plano y no en medio de todo el jaleo; a pesar de lo cual, por supuesto, acabamos llenas de calimocho y luego de agua del camión de bomberos. Ahí está precisamente la gracia, supongo y yo, desde aquí, reivindico un chupinazo para Zaragoza!!!!
Tras el chupinazo, nos llamó Susana, que le había avisado de que íbamos y se acercó a buscarnos justo después de que viéramos las nuevas sardinas humanas, que bajaban por las calles de Huesca deslizándose por los charcos de vino. Lo primero que hicimos fue acercarnos a una terracita donde estaba una de las hermanas de Susana. Allí comimos algo y, de paso, nos contaron algunas anécdotas curiosas de cuando eran pequeñas. ¡Habría que haberlas visto ahí, a las trillizas revoltosas, jeje!
Después de eso, bajamos a la zona de los bares. Aquí he de volver a decir que ojalá tuviéramos aquí en Zaragoza ese ambiente: bares en la calle, con bebida barata y aspersores regándonos para no pasar calor!! Estuvimos un rato allí bailando y bebiendo fuera y, luego, como Susana tenía ganas de ir al baño, nos metimos a un bar. Era impresionante ver el ambiente nocturno que había ya, a pesar de que no eran más que las dos de la tarde. Un hurra por Huesca y sus fiestas, por favor!! ¿Resultado? Una cerveza con limón por aquí, otra por allá; un baile por aquí, otro por allá; un grupo de chicos por aquí, otro por allá.
He de decir que vimos unos cuántos chicos que merecían la pena, más de los que se suelen ver un día normal por Zaragoza. El primero en acercarse fue un chico de Jaén, con raíces oscenses, que se puso a hablar con Susana. Venía con otros dos amigos, uno de ellos portugúes que se puso a bailar conmigo y tiempo le faltó a Susana para llamar a Bruno diciendo: "Ana ha ligado con un portugués". Y claro, Bruno, con un cotilleo entre manos, no tardó mucho en llamar de nuevo, jeje. Los siguientes en acercarse, fueron un par de chicos, de uno de los cuales que parecía un jugador de basket por la altura, creo que Elena acabó bastante hasta las narices. Finalmente, llegó un amigo de Susana, con el que estuvimos un rato debatiendo porcentajes respecto a sus probabilidades con Elena que, finalmente, se quedaron en un "cero".
Después de eso, como ya se acercaba la hora del autobús de vuelta, nos encaminamos hacia la estación. Lo más curioso fue que a Elena le echaron la bronca por hacer una foto allí dentro y que, al llegar a Jaca, Elena tropezó en el autobús y el conductor creyó que iba borracha. Claro, el pobre no sabía que alcohol y Elena no pueden ir nunca en la misma frase.
Al llegar a casa, ya estaba Pedro y había podido abrir sin problemas. Lo más curioso es que, entonces, ya funcionaban también nuestras llaves, seguramente porque habría movido lo que se hubiera quedado atascado, así que el día terminó felizmente.
Que llega el terremoto!!
El jueves transcurrió sin nada relevante que contar y el viernes, llegaba ya la Yoli, el terremoto, jeje; así que, a las 18.20 o así nos fuimos a buscarla para la estación acompañadas de Nika, con la cámara preparada en la mano para reflejar su cara cuando viera a la perrita. Pero nos salió el tiro por la culata porque ya venía concienciada!!
Pasamos por casa a dejar las cosas y a arreglarnos que luego cenábamos en casa de Adrián y, si no hubiéramos ido ya cambiadas, no hubiéramos llegado. La cena estuvo genial: montón de comida rica, Jesús, Olga, Adrián, Chusé, los padres de Adrián, las tres mosqueteras y Miguel, el primo de Adrián, el que recabó más miradas, jeje. Después de cenar, sesión de fotos y, de paso, unos cubatelas que había comprado Adrián, para después ya reencontrarnos con el resto de la peña en el parque.
La noche fue un poco descojono. Ahora hablo yo con Miguel, ahora tú, ahora yo, ahora tú. El pobre muchacho tenía que estar flipando y diciendo: "Mira éstas que locas que están" y total, ¿para qué? Si caso no nos hacía ninguno, pero bueno, unas risas nos echamos. Luego, ya en la zona, cada uno fue a su bola: Yoli se puso a hablar de cosas más serias con el Buji y Elena entró en éxtasis cuando apareció Castillejo y yo, pues a mi bola también.
La noche de las idiotas
Eso sí, si la noche del viernes fue surrealista e hicimos el pavo, nada comparado con la del sábado. Pero no adelantemos acontecimientos que aún hay mucho que contar antes. Por supuesto, mientras la Yoli y la Elena se bajaban a la piscina a ver si la Joli dejaba de reflejar como un fluorescente (por una vez, no era yo!!), la menda se quedó sobando en la camita, ¡qué a gusto!
Después de comer, nos fuimos con los chicos a la piscina del Buji. Eso sí, Miguel, gracias a Dios, no estaba. Y digo gracias a Dios, porque entonces ya no sé qué grado de lamentabilidad habríamos alcanzado, vaya. Pero claro, como al volver a casa, pasábamos por su puerta, había que dar la nota y, a la más lista del lugar (véase, yo) no se le ocurre otra que, en plan de coña y pensando que el chaval no se iba a enterar, gritarle a Adrián (que estaba en el balcón de casa de su primo diciéndonos que Miguel se estaba duchando) que si éste necesitaba ayuda. Claro, la cosa cambia, cuando el susodicho aparece dos segundos más tarde por el balcón y mira hacia donde estamos nosotras. En ese instante, activo el "tomato mode" que dice la Yoli y pienso "Tierra, trágame" pero, por supuesto, la tierra no atendió mis súplicas. En fin, confiemos en que no supiera quién había sido. Claro que si ahora lee el blog, de poco me sirve...; pero bueno.
Ya por la noche, nos fuimos a cenar por ahí: unos al chino y otros al Chicotén. Nosotras nos quedamos con el chino: más cerca, más barato y, al final, mejor comida. Por supuesto, después toca botellón, eso sí, botellón económico porque aún nos quedaba más de media botella del día anterior ;) Ahí ya empezó definitivamente la parte decadente de la noche. ¡¡Para una vez que no estoy en plan pasota y diciendo que me da pereza!! Si es que estoy más guapa calladita. Menos mal que la Yoli es aún peor y con su champiñón común, sus banderitas de la paz y demás, me rebasó con creces, jeje. ¿El resultado? La que menos hizo el gilipollas (véase, Elena) es la que se fue con el teléfono del susodicho y la que va quedando con él de vez en cuando, todo sea dicho de paso... Mi niña, que me alegro un montón, aunque me cueste mirarle a la cara la próxima vez que le vea. :P
Despedida
Y llegó el domingo y, pese a ser puente, Yoli y yo tuvimos que despedirnos de Jaca porque al día siguiente tocaba currar. Eso sí, antes nos tomamos un café con la gente para despedirnos y pasamos a decir adiós a la Guada, aunque resultó que no estaba. La Helen se quedó un par de días más, ya que aprovechó para ir el lunes a Zarauz, a la playa.
No sé ni cuánto hace que no subía una semana entera a Jaca, ya que generalmente no suele darnos la visita para más de un fin de semana. Esta vez han sido nueve días. Nueve días para estar en la piscina, para ir al río, para salir de marcha, para hacer el tonto, para tomar unas cañas, para descansar y también para divertirse.
El primer fin de semana
Llegamos el sábado por la tarde, ya que la Helen se nos ha vuelto internacional y había regresado de Escocia esa misma mañana. Casi nada más llegar, nos encontramos con el Tajao y Gazo y nos invitaron a sumarnos al resto, que estaban pasando la tarde en la parcela de Villar. Así que fuimos a casa, deshicimos las maletas y para allá que nos fuimos, no sin antes llamar por teléfono para ver dónde narices estaba.
Una vez allí, saludos, risas, algún balonazo fuera de lugar, y también expectación, ya que venía la novia de mi ex. Cabalas aparte (Elena no dimos casi ninguna), y aunque no pude hablar casi con ninguno de los dos, he de decir que a él lo vi bien, feliz, enamorado, por lo que me alegro enormemente, aunque también me dé un poquito de envidia (sana, por supuesto).
No mucho rato después, vuelta a casa, cena y el consiguiente: "¿Qué me pongo?" No, Yoli, no teníamos la ropa pensada. ¡No nos pegues, por favor! :P Para no desentonar demasiado, decidimos ir en plan cómodo, aunque, por supuesto, cada una con su toque personal. No vamos a cambiar a estas alturas, ¿o qué pensábais? Por supuesto, después de todo eso, botellón en el parque pa no perder la costumbre y luego... fiesta!!!! Respecto a la noche, diría que fue de puta madre, genial volver a salir por ahí con vosotros, chicos! Sólo un detalle negativo, no me gustó nada (y puedo hablar también por Elena) sentirnos intimidadas, incluso asustadas por uno de los colegas del Tajao, que hasta Pedro y Raúl se salieron del bar porque tenían miedo de que les pegara!! Y la manera de mirarnos y acosarnos a nosotras... Uff, mejor no recordarlo!! Eso sí, por lo demás, el resto de la noche fue estupenda, sobre todo, el rato que pasamos bailando en el Santa Locura, ¿eh, Helen?
Al día siguiente, por supuesto, tocaba piscinita y, de paso, unas risas. Porque, ¿qué vas a hacer, si no, teniendo ante ti la relación amor-odio entre Marcos y el socorrista? Menos mal que es un payaso que, si no, seguro que el socorrista le parte la cara o algo. Porque, claro, cuando haces un doble mortal y te echan la bronca; al rato, lo vuelves a repetir y cuando te dicen "¿Me voy a tener que levantar, o qué?", le contestas que no le escuchas... Menos mal que, luego, Marcos se acercó y se quitó el tapón de los oídos delante de él que si no...
Por supuesto, antes de que se fueran los de Pamplona tocaba el ya tradicional café en el Astún (sí, en el Astún de Castillejo, Elena) y, luego, regreso a la parcela para recoger todo y enfilando de regreso. Y, nosotras, a casita, a cenar y, de paso, a debatir con Pedro y sus amigos a cuenta del anuncio del Durex Tutti Frutti, que anda que no nos reímos con el anuncio desde entonces.
Río, juergas y cafés
Y llegó el lunes y decidimos cambiar la piscina por el río. Menuda idea. Yo, que me quejo del agua fría de la piscina y, por tanto, acabo haciendo uso de mi consiguiente frase "Yo soy de secano" para no meterme, frente al río y su agua gélida. Sí, gélida, que no estoy exagerando ni mucho menos. ¡Con lo feliz que era yo con mi piedra sin cruzar el río! Pero no, al final, Elena consiguió convencer y cruce. Eso sí, he de decir que el agua estaba tan fría que hasta dolía. Pero, bueno, una anécdota más que contar, ¿no?
Eso sí, lo mejor del río fue el regreso, vía Camino de Santiago y con Nika (la perra del hermano de Elena) haciendo de las suyas. Sobre todo, cuando decidió, a mitad de camino, bajar otra vez al río y Elena tuvo que ir corriendo detrás de ella. Claro, a partir de ahí, le pusimos la correa y ya no tuvo más narices que ir por dónde correspondía. Aún con todo, tuvimos que avisar a Pau y Olga, que nos esperaban pa tomar café, de que llegaríamos un poco tarde. Eso sí, por una vez, fueron sólo 5 ó 10 minutos. Todo un récord tratándose de nosotras.
Por la tarde, como no podía ser de otra forma, tocaba tomar algo en el Zebra 21 (sustituto reciente de nuestras tardes en el Francfurt) y, después, hacerle una visitilla a la Guada, que hasta nos invitó a cenar un día. Por la noche, así sin querer, nos fuimos de marcha con Pedro y los amigos que había que aprovechar que estaba Javi y, al menos, nos alegrábamos un poquillo la vista, porque, por supuesto, de otra cosa, nada de nada. La verdad es que la noche fue divertida: vodka, futbolín, retirada silenciosa antes de que nos pegaran unos chavales que querían jugar y parecía que buscaban bronca y, finalmente, billar. Claramente, el mejor momento de la noche, sobre todo, por mi gran arte jugando y eso que aún metí unas cuántas. Eso sí, no preguntéis cómo que no lo tengo muy claro.
Lo bueno es que, al día siguiente (véase martes), pude dormir todo lo que quise porque Elena decidió subir la Peña Oroel con Nika y los chicos se fueron (cómo no) a hacer un barranco. Cuando me levanté, como tenía una llamada perdida de Paula, la llamé y me fui a tomar algo con ella y con Jose. Luego, vuelta a casita a hacer un poco el vago en el sofá, viendo las series que nunca veo y leyendo un poquito mi "Entrevista con el vampiro", hasta que llegó Elena y nos fuimos a tomar café con Pau y Olga, again. Y, por la tarde, más de lo mismo del día anterior, salvo por la partida de dardos (¡qué estilo tenemos, Elena!) y por un detalle: ¿dónde se ha visto que llegue la Policía Nacional a un bar por la tarde, mande parar la música, nos pida a todos el carnet y encima registre el bolso y la cartera de dos de tus amigos y hasta la bolsa del perro? Todo ello, por supuesto, aderezado con una chulería impresionante. No os digo más que acabamos indignados, entre otras cosas, porque deben pedirte permiso para el registro y hacerlo tú con tus manos, pero bueno, mejor cambiemos de tema, ¿no?
San Lorenzo
Y llegó el miércoles, sin duda, el mejor día de las vacaciones. Y también el más surrealista. Aunque, en principio, íbamos a bajar a Huesca de fiestas el jueves por la noche, al final, decidimos que era mejor ir para el chupinazo, así que teníamos billetes para el miércoles a las 10.15 horas. Pero, claro, un día en Jaca no puede ser normal y siempre tiene que acabar pasando algo. ¿Que qué pasó? Que Elena bajó a pasear a Nika y, cuando volvió, no podía abrir la puerta. Le abrí y con la llave de su abuela tampoco había forma, así que llegamos a la conclusión de que la noche anterior debía habérsele quedado a Pedro un trozo (mínimo, de un centímetro o así) de su llave, ya que fue el último en volver y nuestras llaves no llegaban al fondo por apenas un centímetro.
Así que le llamamos pero él insistía en que la llave estaba entera. Como no nos daba tiempo de esperar a un cerrajero si queríamos irnos a Huesca, Elena se puso a idear soluciones alternativas. Al final, cerramos puertas y ventanas y, con un cordel, cerramos la puerta sin llegar al tope, de forma que parecía cerrada pero se podía abrir. Explicarlo aquí al detalle es imposible, pero fue todo un show. Si es que la Elena vale pa todo...
Y nos fuimos hacia la estación, corriendo, porque ya íbamos justas de tiempo. Por supuesto, el bus iba lleno de gente que tenía el mismo plan que nosotras: de fiestas a Huesca, y con los pañuelos verdes de San Lorenzo que regalaban con el billete. Una vez allí, nos dejamos guiar por la marea de gente, todos vestidos de blanco y verde, que se encaminaban hacia la plaza del Ayuntamiento, donde se lleva a cabo el chupinazo. Eso sí, por el camino, nos encontramos con la caseta de Aragón Radio (Viri, Espatolero, Nacho...).
La subida (y digo bien, subida) hacia el Ayuntamiento fue el presagio de lo que vendría después. Ya empezaban a verse las camisetas teñidas de vino, las botellas de calimocho y vino, las ropas raídas, etcétera. Elena, la pobre, empezaba a arrepentirse, que eso del vino y ella no se llevan muy bien. Creo que prefería el champán de los sanfermines; pero era lo que había, así que... no quedó otra que aguantarse. Aún con todo, cuando llegamos a la plaza, preferimos mantenernos en un segundo plano y no en medio de todo el jaleo; a pesar de lo cual, por supuesto, acabamos llenas de calimocho y luego de agua del camión de bomberos. Ahí está precisamente la gracia, supongo y yo, desde aquí, reivindico un chupinazo para Zaragoza!!!!
Tras el chupinazo, nos llamó Susana, que le había avisado de que íbamos y se acercó a buscarnos justo después de que viéramos las nuevas sardinas humanas, que bajaban por las calles de Huesca deslizándose por los charcos de vino. Lo primero que hicimos fue acercarnos a una terracita donde estaba una de las hermanas de Susana. Allí comimos algo y, de paso, nos contaron algunas anécdotas curiosas de cuando eran pequeñas. ¡Habría que haberlas visto ahí, a las trillizas revoltosas, jeje!
Después de eso, bajamos a la zona de los bares. Aquí he de volver a decir que ojalá tuviéramos aquí en Zaragoza ese ambiente: bares en la calle, con bebida barata y aspersores regándonos para no pasar calor!! Estuvimos un rato allí bailando y bebiendo fuera y, luego, como Susana tenía ganas de ir al baño, nos metimos a un bar. Era impresionante ver el ambiente nocturno que había ya, a pesar de que no eran más que las dos de la tarde. Un hurra por Huesca y sus fiestas, por favor!! ¿Resultado? Una cerveza con limón por aquí, otra por allá; un baile por aquí, otro por allá; un grupo de chicos por aquí, otro por allá.
He de decir que vimos unos cuántos chicos que merecían la pena, más de los que se suelen ver un día normal por Zaragoza. El primero en acercarse fue un chico de Jaén, con raíces oscenses, que se puso a hablar con Susana. Venía con otros dos amigos, uno de ellos portugúes que se puso a bailar conmigo y tiempo le faltó a Susana para llamar a Bruno diciendo: "Ana ha ligado con un portugués". Y claro, Bruno, con un cotilleo entre manos, no tardó mucho en llamar de nuevo, jeje. Los siguientes en acercarse, fueron un par de chicos, de uno de los cuales que parecía un jugador de basket por la altura, creo que Elena acabó bastante hasta las narices. Finalmente, llegó un amigo de Susana, con el que estuvimos un rato debatiendo porcentajes respecto a sus probabilidades con Elena que, finalmente, se quedaron en un "cero".
Después de eso, como ya se acercaba la hora del autobús de vuelta, nos encaminamos hacia la estación. Lo más curioso fue que a Elena le echaron la bronca por hacer una foto allí dentro y que, al llegar a Jaca, Elena tropezó en el autobús y el conductor creyó que iba borracha. Claro, el pobre no sabía que alcohol y Elena no pueden ir nunca en la misma frase.
Al llegar a casa, ya estaba Pedro y había podido abrir sin problemas. Lo más curioso es que, entonces, ya funcionaban también nuestras llaves, seguramente porque habría movido lo que se hubiera quedado atascado, así que el día terminó felizmente.
Que llega el terremoto!!
El jueves transcurrió sin nada relevante que contar y el viernes, llegaba ya la Yoli, el terremoto, jeje; así que, a las 18.20 o así nos fuimos a buscarla para la estación acompañadas de Nika, con la cámara preparada en la mano para reflejar su cara cuando viera a la perrita. Pero nos salió el tiro por la culata porque ya venía concienciada!!
Pasamos por casa a dejar las cosas y a arreglarnos que luego cenábamos en casa de Adrián y, si no hubiéramos ido ya cambiadas, no hubiéramos llegado. La cena estuvo genial: montón de comida rica, Jesús, Olga, Adrián, Chusé, los padres de Adrián, las tres mosqueteras y Miguel, el primo de Adrián, el que recabó más miradas, jeje. Después de cenar, sesión de fotos y, de paso, unos cubatelas que había comprado Adrián, para después ya reencontrarnos con el resto de la peña en el parque.
La noche fue un poco descojono. Ahora hablo yo con Miguel, ahora tú, ahora yo, ahora tú. El pobre muchacho tenía que estar flipando y diciendo: "Mira éstas que locas que están" y total, ¿para qué? Si caso no nos hacía ninguno, pero bueno, unas risas nos echamos. Luego, ya en la zona, cada uno fue a su bola: Yoli se puso a hablar de cosas más serias con el Buji y Elena entró en éxtasis cuando apareció Castillejo y yo, pues a mi bola también.
La noche de las idiotas
Eso sí, si la noche del viernes fue surrealista e hicimos el pavo, nada comparado con la del sábado. Pero no adelantemos acontecimientos que aún hay mucho que contar antes. Por supuesto, mientras la Yoli y la Elena se bajaban a la piscina a ver si la Joli dejaba de reflejar como un fluorescente (por una vez, no era yo!!), la menda se quedó sobando en la camita, ¡qué a gusto!
Después de comer, nos fuimos con los chicos a la piscina del Buji. Eso sí, Miguel, gracias a Dios, no estaba. Y digo gracias a Dios, porque entonces ya no sé qué grado de lamentabilidad habríamos alcanzado, vaya. Pero claro, como al volver a casa, pasábamos por su puerta, había que dar la nota y, a la más lista del lugar (véase, yo) no se le ocurre otra que, en plan de coña y pensando que el chaval no se iba a enterar, gritarle a Adrián (que estaba en el balcón de casa de su primo diciéndonos que Miguel se estaba duchando) que si éste necesitaba ayuda. Claro, la cosa cambia, cuando el susodicho aparece dos segundos más tarde por el balcón y mira hacia donde estamos nosotras. En ese instante, activo el "tomato mode" que dice la Yoli y pienso "Tierra, trágame" pero, por supuesto, la tierra no atendió mis súplicas. En fin, confiemos en que no supiera quién había sido. Claro que si ahora lee el blog, de poco me sirve...; pero bueno.
Ya por la noche, nos fuimos a cenar por ahí: unos al chino y otros al Chicotén. Nosotras nos quedamos con el chino: más cerca, más barato y, al final, mejor comida. Por supuesto, después toca botellón, eso sí, botellón económico porque aún nos quedaba más de media botella del día anterior ;) Ahí ya empezó definitivamente la parte decadente de la noche. ¡¡Para una vez que no estoy en plan pasota y diciendo que me da pereza!! Si es que estoy más guapa calladita. Menos mal que la Yoli es aún peor y con su champiñón común, sus banderitas de la paz y demás, me rebasó con creces, jeje. ¿El resultado? La que menos hizo el gilipollas (véase, Elena) es la que se fue con el teléfono del susodicho y la que va quedando con él de vez en cuando, todo sea dicho de paso... Mi niña, que me alegro un montón, aunque me cueste mirarle a la cara la próxima vez que le vea. :P
Despedida
Y llegó el domingo y, pese a ser puente, Yoli y yo tuvimos que despedirnos de Jaca porque al día siguiente tocaba currar. Eso sí, antes nos tomamos un café con la gente para despedirnos y pasamos a decir adiós a la Guada, aunque resultó que no estaba. La Helen se quedó un par de días más, ya que aprovechó para ir el lunes a Zarauz, a la playa.
Etiquetas: Viajes
5 Comments:
At 7:53 p. m., Yolanda said…
Toma Jeroma pastillas de goma!! Esto si que es un relato y lo demás tonterías! Pero a buen relato, buen comentario de la Yoli (o debería decir la terremoto? jejeje).
Por partes: lo mejor, lo del autobusero oscense que se pensaba que la Helen iba pedo, ajjajajajajjaja! Ostia que majete! También ha sido genial tu descripción de mi fluorescencia... yo estoy por ponerme a subrayar los apuntes con el dedo gordo del pie, que oye, igual me ahorro unas perrillas en fosforitos amarillos!
Y lo de "Menos mal que la Yoli es aún peor y con su champiñón común, sus banderitas de la paz y demás, me rebasó con creces, jeje." SOY PAVA, LO SE! jajajajajja. A la próxima me supero, lo prometo, y me acercaré a mi presa con el baile de cortejo del abejaruco común (a lo Tomás).
Leer tu post me ha traído muchos recuerdos, sobre todo lo mucho que os eché de menos la semana que no estuve con vosotras y estaba trabajando... Pero eso se apaña pronto, a ver cuando cuadramos otro finde prontito y subimos!
PD: ah! y no iba concienciada de lo de Nika´en la estación, sólo me había hecho a la idea de que iba a estar en casa con ella! Perras! Pero supere la situación que te cagas ehh? Si es que nos llevamos bien ya la Nika y yo, ejjejeje.
At 3:45 a. m., Anónimo said…
Yo quiero ir a Jaca!!!
Que ciudad para mas surrealista.
-_-
At 3:59 p. m., Yolanda said…
Jaca es lo mejor, y ya está, jejeje :P. Sin más. Ojalá supiésemos en Zaragoza pasárnoslo tan bien!!
At 10:07 a. m., Satine said…
Hombre, en Zaragoza también hay días que tienen su aquél, eh? Que el último viernes fue bestial!!
At 11:48 a. m., Yolanda said…
Correcto, lo fue! Más datos en mi blog, jejeje...
Besines
PD: la publicación de un nuevo post en mi blog se acercaaaaaa, :P
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