Frases que conforman una vida
"Nos equivocamos a menudo en el amor, a menudo herido, a menudo infeliz, pero soy yo quien vivió, y no un ser ficticio, creado por mi orgullo" (George Sand), o "En los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados" (Miguel de Cervantes). Dos frases de dos escritores que vivieron en diferentes países, en diferentes siglos, pero que expresan, en el fondo, un mismo sentimiento. Amor, sentimiento universal. Todos lo hemos sentido alguna vez (o más de una), todos hemos creído sentirlo y todos también, hemos huido de él en alguna ocasión. "¿En qué punto de mi vida estoy ahora?" nos hemos preguntado una y mil veces. "No lo sé" nos hemos respondido otras tantas.
Es precisamente así como yo me siento ahora: en algún lugar del limbo, sin saber muy bien dónde ni porqué. Parecía que las cosas iban bien, o no, porque aunque me sentía agusto con alguien, seguía pensando, fantaseando y lamentando ver coartada mi libertad y, cuanto menos puedes hacer algo, ya se sabe, más lo deseas. Y, sin embargo, aguantaba la situación y creía que todo iba bien. Pero, de repente, es la otra persona la que da el paso, la que decide abrirte los ojos. Quizá se ha dado cuenta de que no todo va tan bien, quizá piensa igual que tú, quizá simplemente percibe que no hay nada más que un espejismo entre ambos. No importa. Da igual el porqué.
El caso es que la decisión se toma y, sorprendentemente, estás bien, no sólo bien, casi hasta agradeces que esto haya pasado. "Mejor ahora que más tarde", piensas, pero realmente sabes que el problema no es que luego pudiera dolerte más porque pudieras sentir algo más fuerte, sino que te ha evitado entrar, una vez más, en una dinámica de simple aceptación del "Podría estar mejor, pero así no estoy mal, para que voy a tomar una decisión" o del "No es el hombre de mi vida, pero mientras llega..."
Y te das cuenta de que lo que ha pasado, de alguna manera, te ha hecho avanzar, te ha ayudado a conocerte mejor, a acercarte más a ti misma, a reflexionar, aunque al mismo tiempo te impide avanzar, porque el miedo sigue ahí, cebándose contigo. "Otra vez lo mismo", piensas, y sin embargo, no es lo mismo: cambia el escenario, el momento, los sentimientos. Sentimientos que, por una vez, te asusta no tener en lugar de tenerlos en demasía, que no te ahoguen como otras veces, sino que te dé igual, que parezca que nada haya pasado. Y sí, ha pasado algo, pero realmente no importa que se haya esfumado, sólo importa que vuelves a estar sola, en la incertidumbre. "Mejor sola que mal acompañada", ¡qué gran frase!
Es precisamente así como yo me siento ahora: en algún lugar del limbo, sin saber muy bien dónde ni porqué. Parecía que las cosas iban bien, o no, porque aunque me sentía agusto con alguien, seguía pensando, fantaseando y lamentando ver coartada mi libertad y, cuanto menos puedes hacer algo, ya se sabe, más lo deseas. Y, sin embargo, aguantaba la situación y creía que todo iba bien. Pero, de repente, es la otra persona la que da el paso, la que decide abrirte los ojos. Quizá se ha dado cuenta de que no todo va tan bien, quizá piensa igual que tú, quizá simplemente percibe que no hay nada más que un espejismo entre ambos. No importa. Da igual el porqué.
El caso es que la decisión se toma y, sorprendentemente, estás bien, no sólo bien, casi hasta agradeces que esto haya pasado. "Mejor ahora que más tarde", piensas, pero realmente sabes que el problema no es que luego pudiera dolerte más porque pudieras sentir algo más fuerte, sino que te ha evitado entrar, una vez más, en una dinámica de simple aceptación del "Podría estar mejor, pero así no estoy mal, para que voy a tomar una decisión" o del "No es el hombre de mi vida, pero mientras llega..."
Y te das cuenta de que lo que ha pasado, de alguna manera, te ha hecho avanzar, te ha ayudado a conocerte mejor, a acercarte más a ti misma, a reflexionar, aunque al mismo tiempo te impide avanzar, porque el miedo sigue ahí, cebándose contigo. "Otra vez lo mismo", piensas, y sin embargo, no es lo mismo: cambia el escenario, el momento, los sentimientos. Sentimientos que, por una vez, te asusta no tener en lugar de tenerlos en demasía, que no te ahoguen como otras veces, sino que te dé igual, que parezca que nada haya pasado. Y sí, ha pasado algo, pero realmente no importa que se haya esfumado, sólo importa que vuelves a estar sola, en la incertidumbre. "Mejor sola que mal acompañada", ¡qué gran frase!
Etiquetas: Reflexiones
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